El desánimo es una fuerza poderosa y destructiva. Antes de que podamos entender cómo ser libres de esta tentación tan común, debemos reconocer su dañina naturaleza.

Esté consciente de que el desánimo…



Es algo que elegimos. Aunque es una reacción natural a circunstancias difíciles, tenemos el poder de elegir una reacción diferente. Nadie más es responsable de nuestro desánimo.



Es universal. De vez en cuando, todo el mundo enfrentará períodos de decepción y desaliento porque vivimos en un mundo imperfecto lleno de personas imperfectas.

Puede repetirse. A veces, pensamos que hemos resuelto un problema, el cual vuelve a aparecer cuando menos lo esperamos. O podemos tener antiguas heridas emocionales que reviven según lo que alguien diga o haga.

Puede ser temporal o de por vida. Negarse a enfrentar el desánimo puede influir en nuestras decisiones, acciones y relaciones a lo largo de nuestra vida.

Puede ser vencido. Con la ayuda del Padre celestial, podemos superar los períodos de desaliento. Él quiere que sus hijos tengan una vida rica y plena. Si confiamos en sus promesas y en su carácter, nuestros sentimientos de desaliento serán reemplazados poco a poco por la esperanza.

¿Está atrapado en la agonía del desaliento? Si es así, el Señor Jesucristo quiere levantar su ánimo. Deje que le ayude a salir de ese estado tan negativo: comience por creer en que nuestro Padre celestial desea animarle, y encamine de nuevo su vida con Él.

Fuente Encontacto.org