Como hemos visto, Dios no desaprovecha nuestro dolor. Para empezar, lo usa para atraernos a Él. Además, es una herramienta para eliminar lo que obstaculiza nuestra santidad, ayudarnos a crecer en la fe y hacernos cada vez más semejantes a Cristo.

Veamos algunas otras maneras en que nuestras pruebas se convierten en triunfos cuando confiamos en el Señor. A través de las dificultades, podemos…



Participar de la santidad de Cristo. Hebreos 12.10 declara que cuando Dios nos disciplina, lo hace para llevarnos al punto en que se expresa la santidad del Señor en nuestra vida —en vez de silenciarla.



Aprender a dar gracias en todas las situaciones. Todos hemos enfrentado circunstancias en las que era difícil mencionar algo por lo que nos sentíamos agradecidos. Pero 1 Tesalonicenses 5.18 nos dice que demos gracias “en todo”, sin importar cómo nos sintamos. Con la experiencia, aprendemos a estar agradecidos incluso por el sufrimiento, pues sabemos que algo bueno resultará.

Desarrollar perseverancia. Romanos 5.1-5 dice que la tribulación lleva a la perseverancia, y la perseverancia a su vez desarrolla el carácter, lo cual nos da esperanza. Cuando decidimos no rendirnos en circunstancias difíciles, permitimos que Dios nos de fuerzas para seguir adelante.

Participar en los sufrimientos de Cristo. Nada era más valioso para el apóstol Pablo que conocer a Cristo (Fil 3.8-11). Pero ¿cómo puede uno conocer, de verdad, a alguien sin identificarse con su vida y sus experiencias?

En ocasiones, Dios nos permite sufrir para que podamos reconocer con humildad cuánto lo necesitamos. Cuando confiamos en su voluntad, usa las pruebas de maneras asombrosas.

Fuente Encontacto.org