El Señor nos habla de una manera que podamos entender, no nos habla con enigmas.
Ahora bien, es posible que no siempre podamos entender lo que nos diga. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que esta dificultad no es porque el mensaje sea confuso. Más bien, es porque algo en nuestra vida se interpone en el camino de su verdad.
El resentimiento puede impedirnos escuchar al Señor. El temor, la ansiedad, la duda y la falta de oración también pueden crear una “estática” espiritual que obstruye nuestros oídos. No obstante, la mayor distracción es nuestra propia mente, es decir, nuestra tendencia humana a resolver las cosas por nuestros medios. Esa actitud puede crear una barrera entre nuestros oídos y la voz del Padre; sin embargo, es una barrera que debemos derribar.
Recuerde que podemos escuchar al Señor gracias a que puso su Espíritu Santo en el corazón de los que hemos depositado nuestra fe en Él. Los no creyentes no son capaces de entender los asuntos de Dios porque solo tienen su mente humana para interpretarlos. Pero nosotros, como cristianos, tenemos el Espíritu de Dios, que obra para que la comunicación del Señor nos resulte clara.
¿Le resulta difícil comprender el mensaje de Dios? Si aborda cada desafío con determinación para comprender y dominar todos los aspectos de la situación, la respuesta puede ser afirmativa. Vaya más despacio. Entréguele al Señor sus pensamientos de ansiedad, y deje que la sabiduría del Señor llene su espíritu y su mente.
Fuente Encontacto.org