¿Qué es lo que usted quiere de la vida? Quizás una pregunta aun más desafiante sea: ¿Qué es lo que consume sus pensamientos, tiempo, energías y dinero? Como cristianos, vivimos en dos mundos: el terrenal y el celestial. Pero como el reino terrenal es el único que podemos ver, es fácil desviarse y comenzar a vivir más por este, que por el reino espiritual al que hemos sido trasladados por Jesucristo.

Un día, cada uno de nosotros comparecerá ante el tribunal de Cristo para que evalúe nuestras obras (2 Co 5.10). Pero esto no significa que nuestra seguridad eterna esté en juego; Cristo pagó la pena por nuestros pecados, y somos ciudadanos del cielo. No obstante, podríamos perder recompensas por depender de nuestro manejo del tesoro terrenal, en vez del manejo del tesoro celestial.



En vez de esperar, empecemos a prestar atención a cómo estamos viviendo. Debemos evitar invertir todo en nosotros, y nada para la vida venidera. Cuando nos segamos por nuestros deseos y satisfacción personal, es fácil volvernos tibios con respecto a los asuntos espirituales. Entonces Dios parece estar lejos, dejamos de tener hambre de leer la Biblia a diario y la oración está reservada para las ocasiones en que necesitemos ayuda.

Las Sagradas Escrituras nos advierten una y otra vez que estemos atentos a los asuntos espirituales: el Señor debe ocupar el primer lugar en nuestra vida y ser el centro de nuestros afectos. Poner nuestros corazones en las cosas de este mundo, no solo nos roba el tesoro celestial; también nos impide disfrutar de las bendiciones espirituales que están al alcance para quienes están en Cristo.



Fuente Encontacto.org