El cielo es el hogar futuro del creyente, y todos nos hemos preguntado cómo es. Pero la Biblia nos da solo un vislumbre. Incluso si Dios revelara más en las Sagradas Escrituras, no seríamos capaces de comprenderlo. Como criaturas terrenales, nos falta la experiencia o el marco de referencia necesarios para comprender las realidades eternas de esa dimensión.

Deseando saber más sobre el cielo, algunas personas han buscado información fuera de la Biblia, a menudo en libros escritos por personas que afirman haber ido allí. Pero la única fuente legítima sobre la realidad del cielo es la Palabra de Dios: no se puede depender de nada más para tener un fundamento seguro de verdad.



Cuando Pablo fue arrebatado al tercer cielo, “oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2 Co 12.4). Ninguna de sus cartas incluye detalles de su experiencia. Dios también le confió al apóstol Juan una visión del cielo, pero el lenguaje humano es inadecuado para comunicar las realidades de ese reino.

Aunque no podamos visualizar todo lo que Juan describe, todos podemos identificarnos con lo que dice en cuanto a los asuntos que están ausentes del cielo: llanto, muerte, luto o dolor (Ap 21.4). Más todavía, nunca sufriremos de ansiedad, agotamiento, frustración, enojo o enfermedad, porque nuestros cuerpos nuevos serán imperecederos, sin pecado y poderosos (1 Co 15.42, 43). El cielo es un ambiente perfecto, sin pecado ni pecadores. Y lo mejor de todo es que Dios morará con nosotros.



Fuente Encontacto.org