En la vida de las personas suele haber un asunto en torno al cual gira todo lo demás. Quizás sea la familia, la estabilidad económica o una profesión, pero en la vida del creyente lo primero debe ser buscar el reino y la justicia de Dios (Mt 6.33). A veces la gente dice: “He hecho a Cristo parte de mi vida”, pero eso no es suficiente. El Señor es vida para sus seguidores. Sin Él, la vida del creyente no tiene ningún propósito ni significado.

Nuestra prioridad máxima es en lo que invertimos nuestro tiempo, esfuerzo y dinero. Por lo tanto, buscar el reino de Dios y su justicia significa que nuestra meta es buscar ser más como Cristo. La obediencia es un buen indicio de que nuestra relación personal con el Señor está creciendo.



Buscar la voluntad de Dios requiere perseverancia. En vez de solo tomar la vida como venga y reaccionar ante cada situación, debemos tomar nuestras decisiones de acuerdo con los principios de las Sagradas Escrituras. Con la oración personal y el estudio de la Biblia aprendemos a discernir la voluntad de Dios, a medida que nos familiarizamos con lo que desea. Si nos damos cuenta de que nos estamos desviando del Señor, volveremos a encarrilarnos con rapidez a través de la confesión a Cristo y el arrepentimiento.

Si usted piensa de verdad en sus prioridades, puede descubrir que se ha distraído o desviado por asuntos de menor importancia. Aunque las Sagradas Escrituras nos dicen que cuidemos a nuestras familias y trabajemos con diligencia, poner dichas bendiciones por delante de Dios es idolatría. Mire su agenda y pregúntese: ¿Cuál es mi prioridad en la vida? Si la respuesta es Jesucristo, eso será evidente porque todo lo demás pasará a un segundo plano.



Fuente Encontacto.org