Cuba deberá restringir el consumo de gas licuado de petróleo (GLP), de amplio uso doméstico, tras un recrudecimiento en las sanciones aplicadas por Estados Unidos que dificultan la importación y generan escasez de ese combustible, informó el lunes el gobierno.

«Los inventarios que actualmente existen en el país no cubren el consumo, por lo que han existido afectaciones en la venta» de GLP «y sólo podrá garantizarse para los centros que brindan servicios básicos a la población», dijo la estatal Unión Cubapetróleo en un comunicado.



El gobierno exhortó a sus ciudadanos a ahorrar y se aplicarán «medidas de reducción del consumo» hasta que exista «un suministro estable de GLP al país».

Según los datos disponibles más recientes, en 2017 Cuba importó 115.200 toneladas de GLP y produjo 51.400 toneladas. De este total, solamente la población consumió 93.000 toneladas, por lo que la producción local no tiene capacidad para cubrir esa demanda.



El resto es consumido por la industria y el comercio.

El 26 de noviembre, Washington castigó a la empresa cubana Corporación Panamericana, por considerar que fue utilizada para evadir las sanciones que ya le habían impuesto a la petrolera estatal cubana Cubametales para la compra de combustible.

Tras esa medida, Cuba no ha podido adquirir GLP de ningún proveedor.

«La Corporación Panamericana tenía contratado el suministro de Gas Licuado que garantizaría sin afectaciones el consumo de la población y de los sectores estatal y no estatal, pero los proveedores se negaron a realizar las entregas planificadas para finales de diciembre e inicios de enero», dijo la firma.

«Desde el momento en que la Corporación Panamericana S.A. fue sancionada, se ha estado realizando gestiones para lograr el suministro de GLP desde otros mercados, lo cual no se ha logrado concretar. Se continúa las acciones para lograr la importación de GLP», admitió Unión Cubapetróleo.

Desde el inicio de su gestión, la administración de Donald Trump hizo más severo el embargo que Estados Unidos aplica contra la isla desde 1962, desandando el histórico acercamiento logrado entre su antecesor Barack Obama y el líder cubano Raúl Castro.

Washington acusa a La Habana de apoyar militarmente al gobierno de su aliado Nicolás Maduro en Venezuela, a quien no reconoce como presidente del país petrolero, por considerar que se reeligió en comicios fraudulentos.

Trump también acusa al gobierno cubano de oprimir a sus ciudadanos y busca mediante sanciones la caída del gobierno socialista. Cuba rechaza las acusaciones y considera las medidas como «genocidas». Las relaciones bilaterales están deterioradas y en riesgo de romperse.

A lo largo de 2019, Estados Unidos ha sancionado a navieras y firmas por vender o trasportar combustible a Cuba, lo que dificultó severamente el abastecimiento en septiembre y obligó a tomar medidas de ahorro, afectando el ya frágil desarrollo económico del país.

Además, Washington aplica restricciones a vuelos comerciales, prohibió los viajes en crucero, puso límites a envíos de remesas y demandó a firmas extranjeras que operan en la isla.

Fuente: AFP