La Biblia dice que Cristo eligió hacerse pobre y dejar el cielo y todo lo que le pertenecía como Hijo de Dios, para que pudiéramos ser enriquecidos (2 Co 8.9). Pero ¿qué significa esto para los creyentes? Efesios 1.3-8 describe esas riquezas al decir que somos…

ESCOGIDOS POR DIOS. Puesto que pertenecemos al Señor, la vida tiene un propósito, y estamos seguros por la eternidad.



LIBRES. Éramos esclavos del pecado, pero Cristo destruyó el poder de la carne para que podamos obedecer a Dios.

REDIMIDOS. La muerte de Cristo satisfizo la justicia divina, porque su vida cumplió con todos los requisitos (Dt 17.1; Ro 6.23). Cuando decidimos poner nuestra fe en Él, Dios considera pagada nuestra deuda por el pecado.



UNO CON ÉL. En el momento de la salvación, nos convertimos en hijos de Dios.

CIUDADANOS DEL CIELO. Recibimos la ciudadanía en el reino de Dios, y una herencia que nunca se extinguirá (1 P 1.4).

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de que somos ricos, porque pensamos en términos de cuentas bancarias y de posesiones materiales. Pero nada de eso tiene valor eterno. Nuestra verdadera riqueza se encuentra en las bendiciones espirituales que nos han sido dadas por medio de Jesucristo.

Fuente Encontacto.org