Leovigildo Cuello Hernández, nació en 1888 y fue educado en la escuela de Eugenio María de Hostos. Fue un joven cultivado en la buena educación, la cultura y en la ascendencia política heredada de su padre el abogado Lic. Leovigildo Cuello.

Los que vivieron parte o la totalidad de los 31 años de la llamada Era de Trujillo saben que era impensable hacerle un desaire a Trujillo, pues eso significaba la muerte segura. Sin embargo, hubo un médico dominicano que se negó a darle la mano a Trujillo, en presencia de numerosos colegas puertorriqueños, que tildaron de «una locura» aquel desafío tan franco al que luego sería Presidente Perpetuo, hasta que una lluvia de balas le puso fin al régimen de 31 años que encabezó, hecho ocurrido el 30 de mayo de 1961.

El desafío del doctor Leovigildo Cuello no tiene parangón en nuestra historia. Jamás antes dominicano alguno había causado un desaire tan grande a aquel hombre de tanto poder, dueño del país, dueño de sus gentes, dueño de todo, hasta del paisaje y el aire. La historia es la siguiente:



El 3 de septiembre de 1930, a menos de un mes de juramentarse Trujillo como presidente, un poderoso ciclón destruyó la ciudad de Santo Domingo, donde la mayoría de las casas eran de madera y existían pocos edificios. El ciclón, llamado San Zenón, dejó un saldo estimado de 3.000 muertos y 20.000 heridos. Trujillo se nombró a sí mismo presidente de un Comité de Emergencia, para administrar las ayudas aportadas por países amigos.

Historiadores afirman que parte de esa ayuda fue a parar a sus bolsillos, pero que además el régimen aprovechó la confusión para asesinar a muchos opositores, cuyos cadáveres fueron sepultados junto a las víctimas del meteoro, en una fosa común que se improvisó donde está hoy día el parque Eugenio María de Hostos.



Un hombre que dio muestras de un valor extraordinario en medio de esa tragedia fue el doctor Leovigildo Cuello Hernández, un médico con estudios de post grado en París, donde se especializó en oftalmología y otorrinolaringología. El doctor Cuello Hernández regresó al país en 1926, pero a partir de entonces no resistía el ambiente político que se vivía, particularmente a partir del ascenso de Trujillo al Poder.

Ese prestigioso galeno era el padre del doctor Luís Cuello Mainardi, el Director Médico de la famosa clínica Corazones Unidos. Hay que decir que tanto los Cuello como los Mainardi Reyna eran todos enemigos de Trujillo.

El doctor Cuello Hernández estaba casado con Carolina Mainardi Reyna, cuya familia había sido hostigada tras el asesinado de Virgilio Martínez Reyna, tío de Carolina.

La situación llegó a tal punto que el propio Cuello Hernández fue perseguido, por lo que tuvo que marcharse al exilio el 10 de julio de 1930.

Cuando se produce el ciclón de San Zenón, en Puerto Rico se formó un Comité de Ayuda a la República Dominicana, bajo los auspicios de la Cruz Roja Americana.

En las reuniones que se celebraron en la Casa de Gobierno de Puerto Rico asistieron numerosos médicos de la isla. El doctor Cuello logró participar en ellas y de inmediato ofreció sus servicios para viajar a San Domingo, con el fin de ayudar a los damnificados. Se instalaron en los terrenos del antiguo aeropuerto General Andrews.

El mismo estaba ubicado a escasos kilómetros de lo que en aquel entonces era el centro de la ciudad, ocasionando un problema de seguridad al iniciar el General Rafael Leonidas Trujillo la ampliación de la misma a principios de la década del 50 y con la caída de un avión carguero en el farallón al norte de la avenida Pedro Henríquez Ureña en el patio de la residencia de Marina Trujillo , entre la ave. Tiradentes y la Abraham Lincoln.

Las tierras fueron utilizadas para ubicar al actual Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

El gobernador de Puerto Rico, Teodoro Roosvelt, sobrino del presidente de Estados Unidos del mismo nombre, se sintió impresionado por el ofrecimiento del doctor Cuello con motivo del ciclón.

Sus colegas, en cambio, le dijeron que si estaba loco para volver a Santo Domingo, de donde había tenido que escapar para evitar ser asesinado. Pero de nada sirvieron los consejos, y el doctor Cuello se enroló en la misión.

Los médicos puertorriqueños, entre los cuales había especialistas de todo tipo, instalaron tiendas de campaña debidamente equipadas y comenzaron a prestar su ayuda a quien la necesitara.

Petán Trujillo, hermano del dictador, se enteró de la presencia del doctor Cuello en la misión y fue a visitarle. Petán era ahijado del papá del doctor Cuello, quien llevaba el mismo nombre.

Cuando logró ver al doctor Cuello, le dijo que El Jefe tenía que saber de su presencia en la misión médica. En efecto, a pocos días Trujillo visitó la misión con el pretexto de agradecer personalmente sus servicios.

Los colegas del doctor Cuello le recomendaron que no participara en el encuentro, a lo que el médico se negó diciéndoles que no era un cobarde, sino un cumplidor de sus deberes.

Los médicos puertorriqueños se quedaron con la sangre helada cuando Trujillo, después de saludarlos, extendió la mano al doctor Cuello, quien se la dejó en el aire, sin estrechársela. Era demasiado.

Trujillo se marchó, visiblemente disgustado. Los colegas del doctor Cuello inmediatamente le recomendaron retornar inmediatamente a Puerto Rico, puesto que su vida corría peligro.

Coincidencialmente, ese mismo día el doctor Cuello recibió un telegrama de doña Carolina, su esposa, en el que le comunicaba que su hijo Luis, de un año y meses, estaba muy enfermo de colerín.

Ella había logrado viajar a Puerto Rico en un segundo intento, pues en la primera ocasión le quitaron el pasaporte «por órdenes superiores».

Los colegas del doctor Cuello lo llevaron ese mismo día hasta el avión que lo llevaría a Puerto Rico. Se radicó luego en Ponce, donde tras larga lucha revalidó su título de medicina y continuó su lucha contra Trujillo. En Ponce formó, junto a Federico Velásquez Hernández y el doctor Guarda Velásquez, el primer Comité Antriujillista en el Exilio, al cual se incorporarían luego otras personalidades.

Independientemente de su lucha contra Trujillo en Cuba, ora mediante la propaganda, ora por la recaudación de fondos para comprar armas, el doctor Leovigildo Cuello participó en la frustrada expedición de Cayo Confites, un movimiento armando contra Rafael Leonidas Trujillo originado en Cuba en 1947; su nombre proviene del cayo perteneciente al archipiélago de Camagüey en el océano Atlántico llamado Cayo Confites.

A principios de 1947, en medio de los aires democráticos de la post- Guerra, Trujillo se encontraba rodeado de gobiernos opuestos a su dictadura; Rómulo Betancourt en Venezuela, Juan José Arévalo en Guatemala, Ramón Grau San Martí en Cuba y Elie Lescot en Haití. Luego de un congreso unificador, el exilio dominicano celebrado en la Universidad de La Habana, quedo constituido el Frente Unido de la liberación Dominicana, con Ángel Morales como presidente, los doctores Ramón del Lara y Juan Isidro Jiménez Grullón secretarios, Leovigildo Cuello delegado plenipotenciario y Juan Bosch delegado especial ante los países americanos.

Esta dirección hizo gestiones antes los gobiernos del área del Caribe con la finalidad de obtener ayuda para una acción militar contra Trujillo.

En enero de 1945 Bosch viajó a México, a Venezuela en octubre donde se entrevistó con el presidente Rómulo Betancourt, y en noviembre viajó a Haití donde el Presidente Ellie Lescot le entregó la suma de 25 mil dólares como aporte a la lucha contra Trujillo.

En enero de 1946 Juancito Rodríguez, un rico terrateniente de la la Vega, salió al exilio y se puso al frente de los planes expedicionarios que se encontraban en la Habana. José Manuel Alemán, Ministro de Educación del gobierno de Grau San Martín, que como el contacto entre los exiliados Dominicanos y el gobierno Cubano, mientras que Manolo Castro Director de deportes del mismo ministerio, dirigente del movimiento socialista revolucionario MSR, se puso al frente de las labores de reclutamiento de voluntarios cubanos para la expedición.

Tomando como base de operaciones las instalaciones del hotel San Luis en la Habana, dominicanos, cubanos y de otras nacionalidades lograron conformar un ejército de más de 1,000 hombres, entre ellos, veteranos de la guerra civil española y de la segunda guerra mundial

El 13 de julio de 1947, los exiliados eligieron un comité central para dirigir la expedición integrado por Juancito Rodríguez García, Ángel Morales, Leovigildo Cuello , Juan Bosch y Juan Isidro Jiménez Grullón La expedición fracasó por diversas razones, entre ellas la traición del general cubano y jefe del Ejército Genovevo Pérez Damera y por la propia dinámica de la política interna de Cuba, además de las presiones y componendas de Trujillo , El l campamento fue desamparado y muchos de sus integrantes apresados.

Trujillo además había logrado que los Estados Unidos suspendieran la venta de armas al grupo guerrillero.

El doctor Cuello retornó del Cayo a Puerto Rico, donde en Ponce continuó con su práctica médica.

Este valiente dominicano, que se negó a saludar a Trujillo, reciprocaba de ese modo su expulsión del país en uno de los primeros Decretos del dictador al asumir el mando.

Ese mismo Decreto expulsó al doctor Ramón de Lara, rector de la Universidad de Santo Domingo, algo que no tenía mucho sentido, porque ya ambos vivían como exiliados en Puerto Rico, desde donde combatían al famoso General.

Sin explicación alguna, poco después de un año el Decreto fue revocado, pero los «expulsados» no fueron tan tontos como para retornar a Santo Domingo.

El doctor Cuello volvió al país tras la muerte a tiros de Trujillo. Falleció en esta capital el 23 de enero de 1968, justo el mismo día en que murió su antiguo condiscípulo el brillante intelectual y humanista doctor Max Henríquez Ureña, quien murió tras resbalar en la escalera de su casa, en la calle Salomé Ureña a esquina 19 de marzo, cuando se dirigía a la cátedra universitaria.

En horas de la mañana, don Max había ido a visitar al doctor Cuello en su lecho de enfermo, ignorantes ambos de que morirían ese mismo día.

La Patria tiene una deuda de gratitud con el doctor Cuello y su familia, compuesta además por sus hijos los doctores Vinicio Cuello Castillo, Luís Rafael, Leovigildo y Jorge Cuello Mainardi, todos prestigiosos profesionales.

Trujillo, al no poder con el doctor Leovigildo Cuello, se enseñó contra Vinicio, ordenando su prisión varias veces, llevándolo al manicomio sin estar loco y haciéndole la vida imposible, hasta su muerte natural. «Fue «el hijo de su padre», el rehén, el silenciado, el que pagó por todo el odio de Trujillo hacia el Dr. Cuello».

Pero logró sobrevivir a Trujillo y posteriormente ocupó cargos judiciales, hasta ser designado por el presidente Juan Bosch como embajador en Portugal, y años después asesor y consultor del gobierno del Dr. Salvador Jorge Blanco, Tras dejar la docencia universitaria, para sirvió como garante de la democracia como miembro de la Junta Central Electoral.

Hubo un médico dominicano que se negó a darle la mano a Trujillo, en presencia de numerosos colegas puertorriqueños, que tildaron de «una locura» aquel desafío tan franco al que luego sería Presidente Perpetuo.

El doctor Cuello volvió al país tras la muerte a tiros de Trujillo.

Falleció en esta capital el 23 de
enero de 1968, justo el mismo día en que murió su antiguo condiscípulo el brillante intelectual y humanista doctor Max Henríquez Ureña.

Texto: Adriano M. Tejada, Diario Libre
Vía: Historia Dominicana e Gráficas