Para mejorar y fortalecer nuestra relación, podemos fijarnos en los hábitos de las parejas felices, empezando por:
Intereses comunes
Una de las cosas que más enriquece la pareja es pasar tiempo juntos, pero solo si es de calidad. Muchas parejas ven como la convivencia no siempre aumenta el bienestar. Sí pasan tiempo juntos, pero no dedicado a intereses comunes. Por muy diferentes que sean los miembros, siempre hay cosas que puedan hacer los dos, como cursos, talleres o hobbies.
Intereses distintos
La pareja necesita oxígeno, por lo que el espacio, la soledad o el tener tiempo para estar con otras personas reforzará más el vínculo. Hay que mantener una parcela de nuestra vida que esté separada de nuestra pareja, especialmente si se convive y se trabaja juntos.
Expresar
Todo lo contrario a comunicar es interpretar y jugar a adivinar. Cuando pretendemos que el otro adivine nuestras necesidades o elucubramos sobre lo que pasa por su cabeza, corremos el riesgo de equivocarnos y dañar la relación. El antídoto es la comunicación, decir siempre lo que sentimos y necesitamos, sin invadir ni agredir.
Equidad
Las relaciones deben basarse, por encima de todo, en el respeto. Para ello, debemos saber en qué punto estamos nosotros y en qué punto hemos colocado a la pareja. Debe haber una tendencia al equilibrio, donde los dos ocupemos el mismo puesto y en igualdad de condiciones. Dar y recibir prácticamente a partes iguales.
Las relaciones de pareja son procesos que consideramos naturales pero que convertimos en forzosas y tensas, cuando no hay necesidad. Saber entender al otro, escuchar o pedir es tan importante como comer o cuidar el aspecto físico. Las relaciones necesitan alimento como lo necesitamos nosotros y, para ello, podemos instaurar ciertos hábitos que impacten directamente en el bienestar mutuo, aunque al principio conlleve un esfuerzo.
* Ángel Rull, psicólogo.