Pocas veces se había hecho tanto ruido en una noche de jueves Santo. El sector de Bella Vista es el escenario. Las sirenas de los automóviles se escuchan desde muy lejos y la idea es que hay un incendio en los alrededores, o que un accidente se ha producido, y que varias ambulancias caminan a socorrer a los heridos.
Y mientras los minutos pasan las sirenas suenan con más insistencia y son más claras. Es en la calle Eduardo Vicioso, y los automóviles con las sirenas, y con música que parece romántica, llegan desde la calle Doctor Defilló hasta la calle Bohechío, próximo a Bella Vista Mall.
No importa lo que cada quien esté haciendo. El escándalo es tan grande que nadie puede ser indiferente, y aunque una parte de la familia está sentada en la mesa, cenando, hay que interrumpir todo. No podemos permitir que el espectáculo que nos ofrecen transcurra sin nuestra mirada, sin que recibamos los saludos de los policías, militares, uniformados y enguantados, y personal de salud, nos lance sus cariñosos saludos, y nos dediquen una canción de Marcos Yaroide, un cantante cristiano que ocupa una inmensa tarima techada, para el disfrute de los residentes en esta calle.
Es una fiesta. Es una batalla contra el coronavirus, con canciones religiosas interpretadas por Yaroide, con sirenas de vehículos de la Policía Nacional, de la Fuerza Aérea Dominicana, del Ejército Nacional, del Ministerio de Obras Públicas, de la Defensa Civil. Y todo parece como un carnaval, en que los miembros de las comparsas danzantes envían saludos a los ciudadanos que se colocan en sus balcones para escuchar las canciones y aplaudir a las docenas de personas que ocupan las dos aceras, frente a las edificaciones.
Y todo resulta muy extraño. El artista canta en vivo sus canciones. Y a su alrededor el personal militar mueve las manos a coro para indicar a los vecinos que le acompañen o que le aplaudan. Y hombres con equipos de fumigación en sus espaldas caminan alrededor de esta multitud, con mascarillas protectoras. Y los camarógrafos y fotógrafos del Ministerio de Defensa realizan su trabajo.
Es un espectáculo, lamentable. Un esfuerzo cursi de instituciones estatales para alegrar la vida de las personas que pasan la cuarentena en sus casas. Este espectáculo tiene tinte político. Allí van los hombres uniformados del Ministerio de Obras Públicas fumigando para eliminar los mosquitos. Allí van los oficiales del Ministerio de Defensa, con guantes y celulares que también filman lo que quieren sus dueños.
Desean escuchar los aplausos de los vecinos y los tienen. Desean que la gente se sienta feliz. No sabemos si consiguen ese propósito.
Los vehículos permanecen encendidos, con las luces parpadeando, como para iluminar una calle oscura que está iluminada, como para alegrar a los vecinos en la víspera del Viernes Santo, y para transmitir la idea de que estamos bien, seguros, y protegidos por autoridades que nos traen hasta cantantes a que nos canten en vivo frente a nuestros hogares. Es lo que vemos y lo que percibimos.
Yaroide puede ser buen cantante. Se mueve a buen ritmo, dentro del vehículo con la plataforma para que realice su espectáculo. Está solo, lleva en su mano derecha el micrófono, y en ambas manos tiene guantes azules. Sus canciones transmiten mensajes de fe, pero alegres. Dice poco entre canción y canción. Se escucha luego un mensaje del Ministerio de Defensa, de que la gente tiene que quedarse en casa, como si los que allí ocupan los balcones no estuvieran en sus casas.
La fila de vehículo es larga. Ocupa una gran parte la calle Eduardo Vicioso, de los bloques entre las calles Doctor Defilló y Bohechío, Bohechío e Higuemota y la Higuemota y Pedro A. Bobea.
Y poco a poco, luego de aproximadamente 20 minutos detenidos en ese bloque, los militares comienzan los preparativos para continuar su trayecto y la presentación artística. Un artista evangélico a bordo de una patana, iluminada y protegida por un batallón de oficiales, y por una fila de más de dos docenas de vehículos.
La idea podría ser del Ministro de Defensa, pues la mayor parte de los vehículos y los altos oficiales al mando son militares. O tal vez de Obras Públicas. La música tiene carácter festivo. El mensaje político es latente. Un cantante religioso, un ejercito de militares y policías para transportarlo, y una gran cantidad de vehículos y líquidos profilácticos que es lanzado en las dos aceras de una calle que fue fumigada hace apenas dos días por ellos mismos.
Queda la duda, lógica, por supuesto, sobre la intención, el propósito. Parece ridículo. Lo es, aunque luce intencional para decirnos algo que no está claro. ¿Es el gobierno o alguien apoyado por el gobierno? ¿Es el gobierno apoyando a alguien, aprovechando la semana Santa? o ¿Es la intención de hacernos confesar nuestros pecados las horas previas al Viernes Santo?
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