EFE | Playas vacías, hoteles cerrados, personas desempleadas, es la desoladora imagen que se repite una y otra vez en la paradisíaca Punta Cana, este de República Dominicana, un destino que sufre los devastadores efectos de la pandemia del coronavirus.
La famosa playa El Cortecito, de arena fina, aguas cristalinas y enormes palmeras, está totalmente solitaria en plena Semana Santa, un hecho inédito para residentes en la zona, que viven gracias al turismo, la principal fuente de ingresos en la República Dominicana.
La imagen se replica en la acogedora Los Corales, donde apenas hay gente, una estampa de la cruda realidad que vive la actividad turística a raíz del cierre de fronteras decretado en medio mundo para contener la propagación del coronavirus.
DESEMPLEADOS POR LA CRISIS
En contraste están las siempre bulliciosas calles de Verón, municipio al que pertenece Punta Cana, donde la gente vive el día a día y trata de sobrevivir tras el cierre de las instalaciones hoteleras y de los restaurantes, así como la paralización de las obras de construcción por orden del Ejecutivo nacional.
Allí, en una de las maltrechas calles de este municipio se encuentra Jairo Núñez, un camarero que fue despedido del hotel donde trabajaba en el complejo de Cap Cana horas antes de que el presidente del país, Danilo Medina, anunciara el estado de emergencia el 17 de marzo.
Junto a él fueron despedidos otros cuatro compañeros, una medida que, según dijo a Efe, «no debió ser» aunque «hay muchas empresas que lo hacen porque tienen el poder de hacerlo».
Núñez, padre de un niño, llevaba trabajando en el resort poco más de un mes, por lo que la indemnización que le dieron tras ser cancelado ya se está agotando.
Consiguió un trabajo como seguridad en una empresa, pero su madre, que vive en Estados Unidos, le aconsejó no tomarlo para evitar cualquier tipo de contagio, por lo que se comprometió a ayudarle económicamente para aliviar un poco su situación.
Un caso similar atraviesa José Manuel Encarnación, de 40 años, quien desde hacer siete años se dedica a estacionar vehículos en los restaurantes que bordean playa El Cortecito.
En estas tareas, afirmó a Efe, se ganaba entre 300 y 400 pesos (entre 5,5 y 7 dólares) al día, que, afirma, les bastaban para mantenerse porque no tiene hijos ni pareja.
Tras la crisis, narra, tuvo que echar mano de «alguito» que tenía ahorrado, recursos que también ya consumió, por lo que ahora se está manteniendo gracias a la solidaridad de algunas personas.
Para este hombre, la situación es «muy difícil», pero prefiere dar «gracias a Dios» porque «estamos vivos».
La crisis castiga por igual a José Raúl Polanco, 51 años, un pescador que, según narró a Efe, no había visto una situación similar en Punta Cana «ni en los dos ciclones» fuertes que han afectado el país en los últimos años, en alusión al George (1998) y el Matthew (2016).
Los principales clientes de Polanco son los restaurantes y vecinos de esta zona que, argumenta, no se atreven ni a salir de sus casas por miedo la pandemia, que en el caso particular del país ha dejado 126 muertos y 2.620 contagiados.
«Nos habíamos acostumbrado a vivir del turismo, pero tenemos que ser conforme con Dios, con lo que está pasando», subraya.
NÚMERO ROJOS
Mucho antes del inicio de la crisis del coronavirus, el sector turístico dominicano acumuló malos datos desde mediados de 2019, debido a la repercusión de las noticias negativas que trataban de la muerte de varios turistas estadounidenses en los hoteles de Punta Cana, todas por cuestiones de salud, según las autoridades.
Entre enero y febrero, este sector acentuó su tendencia a la baja y registró una caída del 9,0 % en el número de viajeros extranjeros, pero eso no es nada comparado a lo que se espera por el coronavirus.
El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, dijo el pasado 18 de marzo que el turismo perdería unos 400 millones de dólares si la situación creada por la pandemia se extiende más allá del mes de junio.
Frank Rainieri, presidente de del Grupo Puntacana, ha advertido de que tanto el país como las empresas del sector «sufrirán las consecuencias» del golpe al turismo, lo que acarreará «una difícil situación para todos», aunque vaticinó que «con mucho trabajo y mucho esfuerzo», el país saldrá «triunfante».
El Grupo Puntacana, pionero del sector turístico en el país, es dueño de numerosos hoteles y del aeropuerto de Punta Cana, la principal terminal aérea de esta nación.
AUXILIO GUBERNAMENTAL
A finales de febrero el Gobierno dominicano prohibió los vuelos desde la ciudad italiana de Milán, para evitar la propagación del virus, y quince días después anunció lo propio para el resto de Europa, China, Corea del Sur e Irán por las mismas razones.
Finalmente, el 19 de marzo, entró en vigor en estado de emergencia decretado por el coronavirus, lo que incluyó el cierre de las fronteras por tierra, mar y aire.
Para tratar de aminorar la situación generada por la crisis, el Banco Central ha anunciado una serie de medidas económicas, que incluye una inyección de 229,4 millones de dólares para los sectores productivos, entre ellos el turismo.
Aunque no han dado datos oficiales sobre cancelaciones o suspensiones en el sector, cifras del Gobierno indican que más de 655.000 trabajadores, cerca del 28 % de los empleados formales de la República Dominicana, han sido suspendidos temporalmente desde mediados de marzo.