A ritmo de merengue típico “Las Niñas Divinas” contagian con alegría en medio de la pandemia.

Tres menores se han encargado de llevar alegría en medio de la tristeza que deriva del confinamiento por la lucha contra la pandemia en el país, contagiando con el estilo y ritmo que desprende el merengue típico e instando a través de sus redes sociales para que “todos se queden en casa”, con las populares interpretaciones musicales en un oasis de esparcimiento sano para todas las familias.

Apartados momentáneamente de sus sueños infantiles, encuentros con compañeras de escuela y juegos propios de su niñez, guiadas por sus padres, Analky Acosta Gil y su madre Artenis Méndez, las pequeñas Anyerlis de apenas 8 añitos, toca la tambora como nadie a esa edad, mientras que está acompañada por Anyelkys de 11 años, acordeonista y el ritmo que impregna Amberlys de 9 años cuando tiene en la mano una güira.



Entre la lucha que se libra en el país contra el coronavirus, el confinamiento y la falta de una computadora para poder realizar las tareas escolares de su Escuela Básica, Germania Luciana de Almonte, inaugurada por el Gobierno en el Ingenio Abajo en Santiago donde residen, están quizás un poco ajena a la realidad del enemigo invisible causante de tan semejante atrocidad, pero si conscientes de que “la música es el mejor de los antídotos contra la tristeza” y de que es capaz de “revivir a cualquier mortal.”

Señala Carolina Batista en su articulo para Acento.com.do que en videos virales colgados a través de sus redes sociales, “Las Niñas Divinas”, interpretando merengues típicos algunos de la autoría de su padre, músico desde los 9 años, Analky Acosta Gil y otros ya versiones conocidas de otros autores instan a la población a “quedarse en casa”, mientras que ellas, observando el llamado de las autoridades, también “quisieran tener a mano mecanismos tecnológicos que les permitan realizar sus tareas.”



En la humilde vivienda podría faltar cosas materiales, pero la alegría de estas niñas son la inspiración para sus padres, quienes conviven adjunto a otros dos hijos, una hembrita y el único varoncito, donde no falta el afán por seguir siendo un aporte cultural a través del Merengue en su género típico.

Aunque nacieron en Cabrera Nagua, cuna del afamado “Cieguito de Nagua”, ahora están en Santiago donde residen desde hace algunos años. Ellas han logrado además merecer de su Escuela la codiciada denominación de “Estudiantes de Honor”, entre tanto están confiadas en que “la vicepresidencia de la República Dominicana les tomará en cuenta para apoyarles en su alimentación en este tiempo y que además los programas sociales y culturales de la Embajada de los Estados Unidos, en la persona de su carismática Embajadora, Robin S. Bernstein, también las apoyarán en el ámbito educativo.”

El importante decano de los medios hispanos impresos en Miami, Diario Las Américas, realizó también un reportaje sobre esta niñas, resaltando cualidades de estas lumbreras en medio de la oscuridad que sufre República Dominicana por el confinamiento.

Cada día al despertar la mañana como dice el estribillo de una popular canción, Las Niñas Divinas, encienden el espíritu de sus vecinos, a distancia social, sin poder compartir como antes lo hacían debido a las restricciones del momento, pero con una alegría innata que aviva y estimula para continuar adelante.

Su padre es el único quien sale cada día a buscar el sustento del pan para esta familia de 7 personas. “No he recibido ayuda alguna durante esta pandemia. Cada día salgo con el corazón en la boca, esperando llegar a la casa y no ser contagiado por el virus”, según narra.

Ha cifrado sus esperanzas de que “pueda construirle una casa donde la seguridad prime, pues ahora en su casita de madera, quizás no estén tan seguras”, por lo que pide atención de empresarios en el país como Don Manuel Estrella de Acero Estrella y de parte del gobierno, para que “le ayuden a construir una vivienda digna para ellas.”

Uno de los temas que alcanzó miles de likes al ser colgado en su cuenta de Facebook e Instagram es denominado “Los Cabareces”, con un matiz social en contra de estos centros populares en pueblos del país y donde hablan de la “modernidad entre algunas mujeres que se buscan hombres en computadoras”, pidiéndole a Dios que las libre de este mal.