BBC – A comienzos de los años 90, Ian Powell, dueño de la empresa estadounidense Kilter Grips que vende productos para los muros de escalada, se había labrado una buena reputación como escalador profesional y participaba regularmente en competencias internacionales.
Pero en 2010, cuando tenía 39 años, era un vagabundo drogadicto que deambulaba por las calles de Denver, Colorado.
Adicto al crack y la metanfetamina, resistía las agonías de la abstinencia, mientras se escondía en contenedores de desechos comerciales.
Robando para financiar su hábito, finalmente fue arrestado y enviado a prisión por fraude con tarjetas de crédito.
«Había diseñado la destrucción de una vida», dice Ian mirando hacia el pasado.
Nacido en 1971 en Atlanta, Georgia, Ian recuerda que su amor por la escalada comenzó muy joven, cuando tenía 3 o 4 años.
Pero fue una infancia difícil, ya que su padre, que era alcohólico, se quitó la vida cuando Ian tenía 10 años.
Ian y su madre se mudaron a Texas, donde comenzó a escalar cuando era adolescente.
Desarrolló su talento de manera competitiva e incluso viajó con el equipo de EE. UU., antes de abandonar el deporte.
«Quería ser un competidor, pero no estaba destinado a ganarme la vida como profesional», dice Ian.
«Sin embargo, quería involucrarme en la industria, así que decidí hacer algo más».
Con estudios de diseño y bellas artes, decidió fabricar artefactos para sostener a los deportistas en los muros de escalada.
En 1996 cofundó la empresa eGrips, la cual logró destacar rápidamente por sus estilos innovadores, formas y uso de materiales en los apoyos que se utilizan en los muros de escalada. Poco a poco el dinero comenzó a llegar.
Como Ian también es un escultor talentoso, en esa época comenzó a vender sus creaciones artísticas por decenas de miles de dólares.
Esto lo llevó a la tentación de consumir drogas.
«Nunca había estado cerca de las drogas duras, pero pronto descubrí que podía vender lo que quisiera», señala.
«Tenía dinero por ahí, paquetes sueltos de dinero en efectivo y descubrí la cocaína y otras drogas».
Ian cuenta que no estaba preparado para lidiar con el éxito y los elogios, por lo que el consumo de drogas se salió de control.
«Debes tener algún tipo de baja autoestima si realmente quieres destruir tu vida con drogas. No pude cambiar mi vida hasta que toqué fondo. Básicamente, desperdicié ocho años más de mi vida.»
Fue mientras estaba en prisión que Ian finalmente logró controlar sus adicciones a las drogas. En una entrevista en 2013, sostuvo que la prisión había sido uno de los momentos más felices de su vida, porque pudo recuperar el control de su existencia.
Después de un año en la cárcel, Ian fue puesto en libertad en Boulder, Colorado. Un viejo amigo llamado Dan Howley, dueño de un gimnasio en la ciudad, decidió darle una oportunidad. Y así, Ian comenzó a hacer trabajos ocasionales en el lugar.
Eventualmente, Dan le dio a Ian algunos materiales para comenzar a tallar las escalas nuevamente, y poco a poco el actual negocio de Ian, Kilter Grips, comenzó a tomar forma.
Jackie Hueftle también estaba trabajando en el mismo gimnasio y, como entusiasta de la escalada, decidió colaborar con Ian en el marketing de la nueva empresa.
Además de trabajar juntos, comenzaron a salir, a pesar de que ella recordaba su comportamiento en la época en que era adicto, cuando en algún momento incluso le robó el auto. «Le recordé eso y se sintió terrible», dice Jackie.
Las ventas de los productos de Kilter Grips fueron creciendo y el negocio se convirtió en una empresa formal en 2013.
Hoy tiene ventas anuales de US$2,5 millones, mientras que Ian y Jackie siguen siendo novios y socios comerciales.
«Nuestra asociación funciona bien porque él es el artista, y yo soy la más relajada», expone Jackie, de 38 años.
Aman Anderson, propietario de Beast Fingers Climbing, con sede en Denver, una firma que fabrica dispositivos de entrenamiento para escaladores, dice que Ian ha sido una figura importante en el desarrollo del sector.
«En muchos sentidos, Ian siempre ha estado a la vanguardia de la innovación en la escalada y en la creación de oportunidades para otros», dice.
«Desde su comienzo en eGrips, hasta ahora con Kilter Grips, ha demostrado a muchas generaciones más jóvenes que la industria necesita creadores. Ian es un escultor de corazón».
Ian diseña sus artefactos de escalada hechos a mano en un estudio que está en la parte trasera de la casa donde vive con Jackie.
Ahí pasa horas trabajando, a menudo de noche.
«Cuando destruí mi vida, desaparecí del mundo de la escalada», dice. «Nadie sabía dónde estaba».
«Pero cuando me desintoxiqué, tuve suerte, porque la mayoría de la gente, no todos, pero muchas personas, me dieron la bienvenida».