Todo el mundo experimenta tormentas en la vida, ocasiones que causan dolor, sufrimiento o pérdida. Es en tiempos turbulentos que vienen a la mente todo tipo de preguntas: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué ha sucedido esto? ¿Fue por algo que hice? ¿Lo causó Dios, y si es así, por qué razón? Cuando nos encontramos en tiempos turbulentos, el lugar más seguro para buscar respuestas es la Palabra de Dios.

La tempestad literal descrita en el pasaje de hoy proporciona una idea sobre el papel del Señor en las diversas dificultades que enfrentamos. Según Salmo 107.25, Dios fue responsable de esta tormenta, ya que fue Él quien levantó los vientos y las olas que atemorizaron a los marineros.



A veces, el Señor trae dificultades a nuestras vidas enviando turbulencias para que hagamos lo que hicieron esos marineros: en su necesidad e impotencia, pidieron a gritos la ayuda del Todopoderoso. Él entonces los sacó de su angustia calmando la tormenta y guiándolos a un refugio seguro. En respuesta, agradecieron al Señor por su misericordia y su maravillosa liberación, y lo alabaron ante otras personas.

No hay nada como la sensación de alivio que viene cuando pasa una tormenta. Pero no olvidemos responder como esos marineros agradecidos.



Fuente Encontacto.org