Mientras que siempre deberías lavar gran parte de las frutas , los botellines de cerveza o las legumbres secas, existen alimentos que nunca debes lavar antes de consumirlos. Los repasamos a continuación:
Huevos:
Los huevos tienen su propia barrera protectora en forma de membrana que evita que las bacterias traspasen al interior, donde el contenido puede consumirse directamente de la forma que sea, ya que puedes preparar los huevos cocidos, fritos, revueltos, pasados por agua, batidos, etc… Lavar la cáscara no te servirá de nada, sino que resultará peligroso.
Carne cruda:
Las bacterias presentes en la carne y que desaparecerán con las altas temperaturas al cocinarse pueden extenderse por tu cocina y acabar en los trapos o en la encimera, ocasionando contaminaciones cruzadas. Recuerda que no es necesario lavarla.
Pescado crudo:
Un apunte importante es que si has adquirido el pescado limpio y preparado para el consumo y la cocina no es preciso lavarlo de nuevo, mientras que si vas a limpiarlo o quitarle las vísceras, es recomendable lavarlo.
Pollo y pavo:
Ya sean zancos, muslos, pechugas o la pieza entera te recordamos que sucede lo mismo que con la carne. Desde la OCU subrayan del peligro de lavar el pollo por la propagación de la bacteria campylobacter.
Lechuga, canónigos o rúcula de bolsa:
Las ensaladas de bolsa han sido sometidas previamente un proceso avalado por las autoridades sanitarias. Si las lavas de nuevo acometerás un proceso innecesario e incluso peligroso, ya que podría llegar a ellas algún otro microorganismo.
Verduras y hortalizas envasadas:
Sucede lo mismo que con el producto anterior, ya que se encuentran listas para ser cocinadas.
Pasta cocida:
Tras colar unos macarrones para, por ejemplo, una ensalada de pasta, no deberías lavarlos de nuevo. Se ablandarán, deteriorarás su textura y lo que es peor, perderán almidón y otros nutrientes.
Alimentos congelados:
Aplicar agua para que un alimento se descongele más rápido es un error común en muchas cocinas que no debes cometer. Permite que el proceso se lleve a cabo a temperatura ambiente para no romper la cadena de frío.
Setas:
Lavarlas y retirar la suciedad de forma superficial es una buena práctica, pero no debes ponerlas a remojo ni tampoco sumergirlas, ya que en ese caso absorberán demasiada humedad, tendrán un peor sabor y perderán nutrientes.
Fuente | MÍA