Nueva York, la ciudad estadounidense más castigada por el coronavirus, dio el lunes un nuevo paso para salir del confinamiento al reabrir comercios no esenciales mientras en estados del sur y el oeste aumentan los contagiados por la covid-19.

Con melenas bajo sombreros, muchos acudieron por la mañana a sus peluquerías habituales; autorizadas a reabrir tres meses después de haberlas obligado a no funcionar.



«Yo mismo me corté el pelo (durante el cierre) y realmente no me importa cómo quedó, de manera que estoy impaciente», dijo Jeremiah Zinn, primer cliente de la barbería Benny’s en Brooklyn.

Dos semanas después del reinicio de actividades en la construcción y la industria, Nueva York inició la segunda fase de la reactivación con la apertura de comercios no esenciales.



Ante un restaurante, Chet Kane disfruta su primer café al aire libre, debido a que restaurante y bares no pueden atender a sus clientes en su interior.

«Quería cruzar la calle porque tienen buenos bagels, pero no tenían mesas afuera», dice.

El coronavirus, que ha causado 22.000 muertes en Nueva York, sigue en la cabeza de todos y son mayoría quienes van con mascarilla por las calles de Manhattan.

«No se puede decir simplemente: reabramos. Hay que respetar a quienes vienen», dice Yury Ybukov, propietario de la barbería Benny’s, quien dio instrucciones sanitarias vía internet a su equipo y no utilizará tres de los cinco sillones de su salón.

«Si un cliente viene y al día siguiente nos llama para decirnos que está enfermo, no nos hará gracia», dijo.

– «Una cuestión política» –

Muchos tienen la mirada puesta en los estados del sur y el oeste en donde aumentan los contagiados; especialmente en Florida, Montana u Oklahoma, estado en el que el presidente Donald Trump realizó el sábado un acto político.

Si bien declina la cantidad de personas que mueren por día y está en sus niveles menores desde fines de marzo, persiste la inquietud por un rebrote y por la capacidad del sistema sanitario para hacerle frente.

Varios gobernadores se rehusaron ordenar el uso obligatorio de mascarillas en locales abiertos al público y atribuyen la aceleración de los casos a que se están realizando más test.

Esa explicación fue señalada el sábado por Trump en su discurso en Tulsa, Oklahoma, en el cual sugirió atenuar el ritmo de los exámenes, una idea que sus asesores calificaron luego de humorada.

En Nebraska, el gobernador republicano, Pete Ricketts, advirtió que cualquier condado que obligue a usar mascarillas será privado de ayuda federal para combatir la pandemia.

«La Casa Blanca hizo de este tema una cuestión política y los estados reabrieron y olvidaron los datos y la ciencia», dijo el lunes en la CNN el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo.

El estado de «Nueva York hizo exactamente lo contrario. Seguimos a la ciencia», declaró.

La ciudad de Nueva York registra ahora menos 100 casos nuevos por día cuando a comienzos de abril los contagiados aumentaban a razón de más de 6.000 por día.

La reactivación de la economía está en una fase aún embrionaria y son visibles los signos permanentes dejados por la pandemia en las calles de Nueva York.

Este lunes, aun cuando estaban autorizados, decenas de comercios seguían cerrados en Manhattan y muchas tiendas estaban vacías de muebles.

«Muchos de nuestros clientes que nos compra flores cada semana se han ido», dice Sam Karalis, dueña de una floristería en la elegante Upper East Side.

«Tienen casas en Hamptons», una suerte de Costa Azul de Nueva York, «o al norte» de la ciudad y, sin duda, no volverán hasta el fin del verano, dice Karalis. «¿Por qué habrían de volver?» se preguntó.