Delante del antiguo aeropuerto de Tegel en Berlín, un cartel naranja de una compañía aérea sigue dando la «bienvenida» a los viajeros. Pero, en realidad, en unos días serán las personas que quieren vacunarse contra el covid-19 las que llegarán al lugar.

No habrá pasado mucho tiempo para que la terminal C del aeropuerto, cerrado a principios de noviembre, tenga una nueva función: de aquí a mediados de diciembre se convertirá en un gran centro de vacunación contra el coronavirus.



Alemania espera disponer de la vacuna en el primer trimestre de 2021 y se prepara para una operación de gran alcance para implantar cientos de centros de este tipo en todo el país, además de equipos móviles.

A pesar de este dispositivo de envergadura, la vacuna no será obligatoria en el país, según informó el ministro de Salud, Jens Spahn.



El estado más poblado de Alemania, Renania del Norte-Westfalia, ya ha previsto 53 centros y Baviera al menos 96.

El gobierno central garantizará la compra y la distribución de las dosis, y los estados regionales proporcionarán jeringas, agujas, vendas y antisépticos.

Las autoridades regionales también tienen que seleccionar los lugares donde se llevarán a cabo las campañas de vacunación a gran escala: salas de concierto, espacios de congresos, velódromos o pistas de patinaje.

En Tegel, «tenemos que vacunar a entre 3.000 y 4.000 personas al día», explica a la AFP Albrecht Broemme, a cargo de la implementación de estas infraestructuras.

Berlín también ha seleccionado para este cometido otro antiguo aeropuerto, el de Tempelhof, que acogió un albergue para solicitantes de asilo durante la crisis de los refugiados.

 

– «Dos minutos» –

 

Con seis centros para esta capital de enorme superficie, la municipalidad espera vacunar a «20.000 personas por día», según la responsable sanitaria de Berlín, Dilek Kalayci.

Sera «un inmenso desafío», admite. El objetivo prioritario serán las personas mayores y las que están más expuestas al virus, como el personal sanitario.

Estos centros estarán abiertos de 9h a 19h, todos los días, inclusive el fin de semana.

Albrecht Broemme, exbombero, lo ha planificado todo… gracias a piezas de construcción de juguete.

Con bloques de diferentes colores, ha construido un minicentro de vacunas, que incluye un mostrador para registrarse y varias vías de circulación.

«He reflexionado en un sistema, pensando (…) en los espacios necesarios para que no se creen ‘atascos'», precisa este sexagenario, experto en situaciones de emergencia.

Lo peor, para él, sería que «la gente se contaminara al venir para vacunarse», admite.

Las personas deberán seguir un circuito, desde la verificación de su identidad hasta el momento de la vacunación, que «sólo durará dos minutos».

Antes de la inyección, habrá una consulta médica, y al final del recorrido, «una sala de espera» permitirá asegurarse que todo se ha realizado correctamente. «Pensamos que todo esto durará una hora», asegura.

 

– Personal sanitario –

 

Aunque las obras en la terminal C todavía no han empezado, el acceso al recinto ya está cerrado.

De momento, los servicios sanitarios de la ciudad se apresuran a contratar personal. Se necesitarán médicos, personal sanitario capacitado para vacunar, efectivo logístico y de acompañamiento.

También habrá agentes de seguridad, en caso de que, por ejemplo, activistas antivacunas intenten bloquear el acceso al edificio, cita Broemme.

El país, donde hay una escasez importante de personal sanitario, tendrá que recurrir a un máximo de personas: enfermeras jubiladas, estudiantes de Medicina, auxiliares de vuelo sin trabajo…

Por suerte, «tenemos muchas candidaturas, de gente que dice que ‘le gustaría participar», explica el responsable, que ya estuvo a cargo en primavera de un hospital de campaña para los enfermos de covid-19.