La lista de las poblaciones prioritarias para recibir la vacuna del covid-19 en Estados Unidos no se ha decidido oficialmente, pero las opiniones de los expertos ya divergen con las decisiones tomadas en otros países como Francia, en particular sobre los trabajadores esenciales.
No habrá una regla única en Estados Unidos. Al igual que en la campaña de vacunación contra la gripe H1N1 de 2009, el gobierno federal hará recomendaciones y dará libertad a cada estado para decidir el modo de distribución y el orden de prioridad entre personas mayores, cuidadores y empleados de supermercados, entre otros.
Reconocidos grupos de expertos ya han emitido opiniones, muchas veces divergentes, que revelan la tensión central del debate: la vacunación debe proteger a los más vulnerables y también facilitar la reactivación de la sociedad.
Es en este tema, de cómo reanimar la economía lo más rápido posible, en el que Estados Unidos podría distinguirse.
La alta autoridad sanitaria de Francia recomendó comenzar con los residentes y ciertos empleados en riesgo de hogares de ancianos, seguidos por los ancianos y los trabajadores de la salud, luego los mayores de 50 años, luego las personas cuyas profesiones impulsan la infección y personas de sectores vulnerables. Al final, el resto de la población.
Se trata de un enfoque parecido al sugerido por la Organización Mundial de la Salud y elegido por muchos países ricos, dijo a la AFP Saad Omer, director del Instituto de Salud Global de la Universidad de Yale.
En un informe de 200 páginas elaborado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, se da prioridad al personal sanitario «al frente» de la pandemia. También a los paramédicos, policías y bomberos que están muy expuestos al virus.
Las personas que tienen dos o más patologías (cáncer, obesidad, diabetes tipo 2, etc.) independientemente de su edad, y los 2 millones de personas en residencias de ancianos les siguen.
– Trabajadores primero –
Los expertos estadounidenses se basan después ya no en la edad sino en la profesión y privilegian a los trabajadores «críticos». Primero los maestros y los trabajadores que sirven para alimentar a los estadounidenses, quienes conducen autobuses y trenes, venden medicamentos, mantienen el orden o entregan correo y paquetes.
Estos son también a menudo los trabajadores precarios, de minorías hispanas y negras, que han sido golpeados de manera desproporcionada por la pandemia. Una injusticia que los expertos quieren reparar explícitamente.
Después de que estos millones de trabajadores reciban la vacuna, se podrían vacunar personas con una sola patología, los sin techo, los presos y los mayores de 65 años. Luego, los adultos jóvenes y especialmente los estudiantes, que tienen menos riesgo, pero han demostrado que son grandes propagadores del covid-19.
Esta es solo una propuesta. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) están esperando la opinión de su propio comité de expertos, que votará el martes.
Este comité sugirió que podría priorizar a los cuidadores y trabajadores esenciales, ya que inmunizarlos proporcionará un «efecto multiplicador». Es decir, no solo son actores esenciales en la respuesta sanitaria y de la economía, sino que están en contacto con mucha gente.
Quedan por resolver problemas concretos: si bien es fácil enfocarse en las residencias de ancianos y los hospitales, ¿cómo se supone que los farmacéuticos y los médicos pueden confirmar que un cliente es un trabajador esencial o que tiene dos patologías?
Además, la administración de Donald Trump ha dicho que no estará sujeta a los consejos de su agencia de salud, y que los hogares de ancianos recibirán vacunas Pfizer/BioNTech a mediados de diciembre en caso de una luz verde de los reguladores.