El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó el martes su última jornada completa en la Casa Blanca  con una larga lista de indultos bajo el brazo, horas antes de borrarse de la toma de posesión de su sucesor, el demócrata Joe Biden, y partir hacia su retiro en Florida.

Biden prestará juramento el miércoles al mediodía, con lo que terminará la presidencia de Trump y Estados Unidos pasará página a algunos de los años más disruptivos y divisivos que ha sufrido desde la década de 1960.



Biden, un veterano senador demócrata que llegó a ser vicepresidente de Barack Obama, tenía previsto viajar a Washington el martes con su esposa, Jill Biden, desde su ciudad natal, Wilmington, en el estado Delaware.

Junto con la que será su vicepresidenta, Kamala Harris, la primera mujer en ocupar el cargo, Biden tiene previsto pronunciar un discurso por la tarde sobre la crisis de covid-19  desde el Estanque reflectante del monumento a Lincoln.



Trump se ha mantenido en silencio mientras el reloj avanza hacia su partida a una nueva vida en su residencia del club de golf Mar-a-Lago, en Palm Beach.

Desde que Twitter lo vetó por sus constantes mensajes incendiarios y de desinformación, el mandatario ha dejado prácticamente de comunicarse con los ciudadanos.

Todavía tiene que felicitar a Biden o invitarlo a la tradicional taza de té previa a la inauguración en la Oficina Oval.

En cambio, Trump ha pasado estas últimas jornadas reuniéndose con un círculo cada vez más exiguo de leales que lo respaldaron durante dos meses en su esfuerzo inútil de anular los resultados de las elecciones de noviembre.

Ese esfuerzo culminó el 6 de enero con Trump alentando a una multitud a marchar hacia el Congreso.

Después de que la multitud rompiera la barrera policial, golpeara a un policía que murió horas después y causara daños en el interior del edificio del Capitolio, la Cámara de Representantes abrió un nuevo juicio político contra Trump, el segundo en un solo mandato, lo que nunca había sucedido antes.

La última encuesta de Gallup del presidente reveló el lunes que solo tenía una aprobación del 34%, su nivel más bajo. Trump ha tenido durante su mandato una aprobación media del 41%, la más baja de todos los inquilinos de la Casa Blanca desde que Gallup comenzó a realizar esta medición en 1938.

Mientras tanto, Biden está dando los toques finales a una inauguración que contará con una pequeña multitud y una seguridad masiva, otra de las consecuencias que ha dejado el motín pro-Trump, además de las preocupaciones existentes por el covid-19.

 

– Indultos –

 

Trump emitió una serie de órdenes de última hora el lunes, principalmente el levantamiento de las prohibiciones de viajes impuestas debido al coronavirus en la mayor parte de Europa y Brasil.

Según la orden del aún presidente, las fronteras deben reabrirse a partir del 26 de enero, casi una semana después de dejar el cargo.

Casi de inmediato, la portavoz de Biden, Jen Psaki, dijo que la medida no se mantendría.

Para Trump, el principal asunto pendiente es la lista de indultos que, según se informa, está preparando.

Según la CNN y otros medios estadounidenses, Trump tiene una lista de unas 100 personas a las que indultará.

Se espera que en la lista figuren, según informó el diario The New York Times, una mezcla de criminales de cuello blanco y personas cuyos casos han sido defendidos por activistas de la justicia.

Los indultos más controvertidos que se barajan son para personas como Edward Snowden, Julian Assange y Stephen Bannon, el influyente asesor de Trump.

Si Trump llegara indultarse a sí mismo o a su familia, algo que no se espera que suceda, según las últimas informaciones de medios locales, es probable que crezca la ira entre los republicanos que lo apoyaron en el primer «impeachmente» en el Senado, donde en breve volverán a votar en un nuevo juicio político contra el presidente.

 

– Unidad y miedo –

Se espera que el discurso inaugural de Biden se centre en sus llamamientos para volver a unir a los estadounidenses y encarar la pandemia del covid-19 desde un prisma más serio.

También está listo para anunciar un cambio radical en la política del país alejada del «Estados Unidos primero» de Trump.

Lo primero será volver a la tradicional construcción de alianzas. Esta política comenzará con la vuelta de Estados Unidos al acuerdo climático de París desde «el primer día de mandato».

Pero los llamados al optimismo del demócrata de 78 años chocan con la dura realidad de múltiples crisis.

La pandemia está fuera de control, la distribución de vacunas se tambalea y la recuperación económica está en la cuerda floja. Y después de la negativa de Trump a aceptar los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre, una buena parte del país está furiosa.

Biden prestará juramento en los escalones del Capitolio bajo la vigilancia de más de 20.000 soldados de la Guardia Nacional. Los puestos de control y las grandes zonas cerradas a los ciudadanos denotan que en el acto solo habrá unos pocos invitados.

El secretario de Defensa interino dijo el lunes que el ejército y el FBI investigan a cada uno de los soldados de la Guardia Nacional, que portan armas automáticas, por si alguno de ellos representa una amenaza.

 

– Desaire en la inauguración –

 

Trump, el primer presidente en perder la reelección desde que George H.W. Bush fuera reemplazado por Bill Clinton en 1993, también será el primer expresidente en rechazar la toma de posesión de su sucesor en un siglo y medio.

El miércoles partirá temprano hacia Florida desde la Casa Blanca para beneficiarse de los privilegios de los viajes presidenciales hasta el último minuto.

El Marine One lo llevará de la Casa Blanca a la Base Conjunta Andrews para tomar el Air Force One, el avión presidencial que, a partir del mediodía, ya no podrá usar.

Según una información de Bloomberg, Trump está organizando una despedida militar para sí mismo en Andrews a la que asistirá una multitud de invitados.