La realidad, es eso, realidad. Maquíllela si Usted quiere, pero ella buscará el momento oportuno para mostrarse y lo hará a su manera, aunque a quien quiera esconderla no le guste.

Eso es lo que aparenta que está ocurriendo con la pandemia del nuevo coronavirus y la mortal Covid-19 en República Dominicana, donde las autoridades sanitarias, siguiendo una política de distracción del gobierno, le hicieron creer al país que el peligro estaba cediendo.



Hablaron de un descenso en la positividad diaria y que estaban controlando al monstruo. Como consecuencia, relajaron las restricciones, permitieron y alentaron concentraciones masivas y hoy la Covid-19 sale fortalecido y le da un vigoroso puñetazo en la nariz, como si le dijera: mentiste y aquí estoy, más fuerte que nunca dispuesto a provocar estragos.

En medio de la campaña electoral del año pasado, los estrategas opositores aconsejaron al que fue el partido triunfante que desacreditaran las medidas de confinamiento; que se opusieran al estado de excepción y a las declaratorias de estados de emergencia; que desafiaran los toques de queda y hasta llegaron a negar la existencia de la pandemia (no olvidar a Josefa Castillo).



Incluso, algunos médicos convertidos en “influencers” de la radio, le dijeron con total desparpajo a la población que “aquí no hay covid que resista el calor del pavimento dominicano”.

Otro, llegó a oponerse públicamente a los toques de queda y dio su receta para controla y acabar con la pandemia, la cual no aplica ahora que es un responsable del sistema sanitario.

El desescalamiento de las medidas de distanciamiento y sanitarias fueron auspiciadas por el gobierno, que alimentó la apertura acelerada del turismo y del comercio en sentido general; abrió los restaurantes, playas ríos y balnearios; admitió el desbordamiento de pasajeros en el Metro, en los autobuses y minubuses del transporte urbano e interbunao y hasta en los carros del “concho”.

Más adelante abrió las iglesias y los gimnasios y permitió que las fiestas con orquestas sean realizadas en cualquier lugar “con el debido distanciamiento social”, que pocos respetan ante la indiferencia estatal.

Como consecuencia, en los barrios de todas las provincias, la gente se hizo a las calles, sin distanciamiento social, sin mascarillas y bailando y bebiendo “pegaos”.

Simultáneamente, el gobierno enviaba mensajes equivocados y la gente llegó a creer que era verdad que la pandemia estaba cediendo.

La llegada de vacunas que han servido para inocular a menos de dos millones de personas sirvieron para crear la falsa percepción de que el monstruo está bajo control.

Incluso, en ese ambiente confiado basado en datos falsos, el gobierno decidió llamar a los chicos para que regresen a las aulas.

Definitivamente, se trata de un cóctel explosivo.

Cada día el Ministerio de Salud Pública emite un boletín informativo con datos “actualizados” sobre la pandemia. Pero esos datos son pocos creíbles.

El gobierno usó a los medios de comunicación para hacerlos cómplices de la divulgación de noticias falsas.

Incluso, prefirieron cerrar sus ojos y sus oídos a las advertencias que le hacían cotidianamente expertos epidemiólogos y salubristas como Carlos Féliz Cuello quien en múltiples ocasiones llamó la atención  sobre el peligro que representaba la deriva aperturista que se estaba adoptando.

Ante esas advertencias, prefirieron ignorarlas y avanzar en la esescalada.

La realidad hoy, 17 de mayo del 2021, es que la Covid-19 ha llenado las Unidades de cuidados Intensivos de todos los hospitales del Gran Santo Domingo, y lo mismo sucede con las UCI de los centros médicos privados.

En este momento, no hay camas para tanta gente.

Y, lean esta perla, el gobierno se destapa afirmando que “faltan camas y unidades UCI porque fueron retiradas” debido a la disminución de la incidencia de la pandemia.

Ahora, de forma desesperada, cuando la gente sigue llegando enferma a los hospitales, cuando no hay camas UCI disponibles y brotan más noticias de gentes muriendo por Covid-19, anuncian que agregarán más camas.

Las apariencias sugieren que el país va rumbo al desastre si el gobierno no frena su afán por favorecer al capital por encima de la salud de la población.

Ya se había advertido de que una segunda oleada de la Covid-19 sería peor que la primera, pero la Administración no hizo caso y ahí estamos, con más enfermos y más muertos cada día.

La política de “pan y circo” es efectiva solo hasta un momento.  No importa lo que sus fanáticos sigan. La realidad supera a la ficción.

Por Robert Vargas