ROMA.- En apenas mes y medio, Khaby Lame ha ganado más de 60 millones de seguidores en TikTok y su perfil se ha convertido en el cuarto más popular en la red social, pero “aún” no se siente “famoso”: la sencillez no solo es la base de sus vídeos mudos, sino también de su forma de pensar y de expresarse.
“Sinceramente, aún no me siento famoso. Soy solo alguien que publica vídeos en TikTok. No le doy mucha importancia a esto”, cuenta a Efe en una entrevista por videollamada desde la casa de su representante en Milán.
Asegura que el éxito le ha llegado por sorpresa, pero en estas pocas semanas de salto exponencial a la fama Lame (Dakar, 2000) ya se ha armado de un “equipo” que le gestiona la contabilidad y le da ideas para sus futuros vídeos, que duran solo unos segundos.
En ellos reacciona a trucos absurdos que circulan por Internet, aportando soluciones mucho más simples para resolver los problemas, valiéndose de su expresividad, pero sin usar ni una sola palabra, clave de su éxito en todo el mundo.
En el instante en el que se publican estas líneas, Lame suma 61,4 millones de seguidores y 818,7 millones de me gusta en TikTok, pero cada minuto que pasa su “comunidad” aumenta.
Son cifras equiparables, por ejemplo, a los habitantes de Italia, país al que llegó con un año pero del que todavía, tras toda una vida, no tiene la nacionalidad: el “italiano más seguido del mundo”, como le mencionan todos los medios, no es italiano.
“He pedido la nacionalidad y la estoy esperando. Ya la solicité una vez, pero pasó demasiado tiempo hasta que conseguí todos los documentos, y no me la pudieron aceptar. No es que haya que ser famoso para ser ciudadano italiano, sino que ahora sé cómo gestionar las peticiones y quizá sea más fácil”, argumenta Lame, sin perder el “orgullo” de haber nacido en Senegal.
En apenas “cuarenta días” -lleva la cuenta precisa-, ha pasado de grabar vídeos para entretenerse desde su habitación en Chivasso (una pequeña ciudad en la provincia de Turín) y de ser un perfecto desconocido a alcanzar ayer la cuarta posición de la tabla mundial de los perfiles con más seguidores en la red social china, por encima de personajes a los que admira, como el actor estadounidense Will Smith.
“Estoy muy contento y orgulloso por haber superado a mi ídolo, al que sigo desde niño. Es lo máximo”, expresa.
Lame querría emularlo y poder dar el salto del móvil a la pequeña o la gran pantalla: “Me gustaría pasar al cine, ojalá pudiera empezar a hacer películas cómicas o series de televisión como las de Netflix. No quedarme solo en TikTok, sino abrirme mucho más”, anhela.
En vista del fenómeno, el propio perfil de TikTok se ha rendido a sus pies públicamente.
Lame le regaló un vídeo alertando en clave de humor de que ya lo había superado en número de seguidores, usando el hashtag #AprendedDeKhaby, a lo que la red social contestó: “Esta es tu aplicación. Nosotros solo estamos haciendo ‘scroll’ (deslizando hacia abajo para ver las publicaciones) en ella”.
“Fue emocionante también recibir un comentario de (Mark) Zuckerberg”, el creador de Facebook, que le dio su aprobación en forma de emoticono con el pulgar levantado en un vídeo en Instagram.
La experiencia de “tiktoker” del joven empezó cuando lo despidieron de su trabajo en un taller mecánico durante el confinamiento de marzo de 2020.
En ese momento, por aburrimiento y sin “nada que hacer”, decidió crearse una cuenta en TikTok, plataforma en la que “nunca” había entrado y “no sabía ni siquiera qué era”.
Antes ya había grabado “cositas simples, pequeños ‘sketches’ con un amigo”, pero no pasaban de los “cien suscriptores en YouTube”, ríe.
Sin embargo, no fue hasta abril de este año cuando los seguidores empezaron a crecer exponencialmente, a uno o dos millones diarios de media, impulsados por el algoritmo de la red social.
Los vídeos de Lame muestran la lógica frente a complicaciones absurdas, pretenden “simplificar las cosas de manera divertida, siempre sin buscar ofender a nadie”.
En los más virales, el “tiktoker” lleva a cabo actos cotidianos, como pelar un plátano o beber un vaso de agua, de la forma en la que cualquiera lo haría sin pensarlo. Es su modo de reaccionar a un sinfín de vídeos sin sentido que circulan por Internet y proponen soluciones alternativas -y cómicas por absurdas- a acciones mucho más simples y automáticas.
La sencillez es su “filosofía de vida”, asegura, en un mundo que quizá tiende a complicársela demasiado.