Una casa de la que se fugó en 2014 el narcotraficante Joaquín «Chapo» Guzmán, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, figura entre varios bienes que el gobierno mexicano sorteará el próximo 15 de septiembre.
La vivienda, ubicada en el sur de Culiacán, capital del estado de Sinaloa (noroeste), tiene un valor de 3,6 millones de pesos (unos 184.000 dólares) y un área de 395 metros cuadrados, según consta en la página de Internet de la Lotería Nacional.
De fachada blanca y sin aparentes lujos, la vivienda forma parte de un sorteo anunciado a mediados de junio que otorgará 248 premios en especie y en efectivo por 250 millones de pesos (unos 12,5 millones de dólares).
El 16 de febrero de 2014, Guzmán huyó de las autoridades a través del drenaje subterráneo del inmueble, aunque seis días después fue capturado en la ciudad de Mazatlán, también en Sinaloa.
Guzmán fue enviado a una prisión de máxima seguridad en 2015, pero también se escapó de allí. El escurridizo capo narco fue finalmente detenido en 2016 y extraditado al año siguiente a Estados Unidos.
El gobierno del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador ya había intentado subastar la casa junto con otros bienes incautados al crimen organizado, aunque sin éxito.
López Obrador dijo en ese momento que el dinero recaudado será destinado a educación y salud.
Además, el gobierno rifará también una casa en la lujosa zona de Pedregal, en el sur de Ciudad de México, que perteneció a Amado Carrillo («El señor de los cielos»), extinto líder del cártel de Juárez.
La mansión tiene más de 3.000 metros cuadrados y está valuada en poco más de 77 millones de pesos (unos 3,8 millones de dólares).
Otro de los premios será un palco en el legendario Estadio Azteca, donde se jugaron las finales de los Mundiales de 1970 y 1986, valorado en un millón de dólares.
Este evento evoca la promocionada rifa del avión presidencial mexicano, en 2020, que terminó convertida en un sorteo de 2.000 millones de pesos (100 millones de dólares), un valor cercano al de la aeronave.
López Obrador había optado por la rifa del Boeing 787 Dreamliner de 2010, ante la dificultad para venderlo. El mandatario izquierdista tachaba al avión de «faraónico» y lo consideraba un «insulto» frente a la pobreza que aqueja a la mitad de los 126 millones de mexicanos.