Desde que el precio del petróleo se disparó en la década de los 70 abundantes son los nombres de inventores o ingenieros que han intentado buscar alternativas al ‘oro negro’. Uno de ellos fue Arturo Estévez Varela, que diseñó, creó y patentó el primer motor de agua español. Para unos resultó ser un fraude pero, para otros, un adelantado a su época.
Nacido en Valle de a Serena (Badajoz) en 1914, Arturo Rufino Estévez Varela estudió Técnica industrial en Areneros de Madrid con el padre Caracciolo. Como jefe de taller mecánico, perito industrial y jefe de fábrica comenzó a patentar inventos en 1931 y, con el paso de los años, hasta su su desaparición de la escena publica, su lista de patentes se alargaría hasta casi el centenar.
Su fama se acrecentó cuando, en 1970, presentó un invento que recuperaba piezas de cohetes espaciales que luego permanecían en la atmósfera. A este sistema, que interesó a los técnicos de la NASA, con los que finalmente estableció contacto, lo denominó “plano ala”.
En provecho de su popularidad, Estévez presentó públicamente, por primera vez en 1971, su generador de hidrógeno, comúnmente llamado ‘motor de agua’. Para promocionarlo y dar evidencias de su funcionamiento, el inventor extremeño realizó el mejor marketing posible por aquel entonces, recorrió gran parte de la península ibérica y se personó en un gran número de municipios.
En sus numerosas demostraciones, Estévez empleaba su ciclomotor de cuatro tiempos y 47 centímetros cúbicos al que se le había sustituido el depósito de gasolina por un generador de hidrógeno y, con un botijo lleno de agua del que previamente había bebido, se situaba en un lugar concurrido del pueblo e introducía su contenido en el generador.
Junto con unas cuantas piedras, sustancia mineral nunca revelada por él, el inventor extremeño arrancaba el motor y se paseaba con su ciclomotor, tal y como se puede observar en las grabaciones del NO-DO.
Aunque, anteriomente, Estévez declaró que el hidrógeno con el que se movía el motor provenía de una pasta amorfa a la que se le echaba agua. Esta pasta era el resultado de una arena inventada por él mismo y mezclada con un 20% de carbón de piedra, tratada en un horno a 1.800 grados.
Además, Estévez entregó la patente al Estado gratuitamente. “Mi patente, la licencia para España, la cedo gratuitamente al Estado para beneficio de todos los españoles”, tal y como mencionó a la televisión el extremeño.
El motor de agua del extremeño llegó a oídos de Franco, que encargó un análisis técnico y científico realizado por un grupo de ingenieros. Tras las conclusiones negativas, los ingenieros predijeron que ese material secreto era boro y, además, cuenta la leyenda que el dictador mencionó “ya se ha hecho bastante el ridículo”.
Otra figura política importante se opuso al invento de Estévez, concretamente, el ministro de Industria, que en 1971 afirmó que el motor de agua era una broma.
Tras el rechazo y la oposición al ‘motor de agua’ de Arturo Estévez Varela comenzaron los rumores de un posible complot realizado por empresas petrolíferas y energéticas que, para silenciar el invento y sus negocios continuaran prosperando, pudieron haber comprado la patente.
De las 22 patentes firmadas por Estévez en la Oficina Española de Patentes y Marcas solamente una tiene relación con este generador de hidrógeno. Denominada “un generador y gasificador de hidrógeno, de funcionamiento automático, para motores de explosión”, contiene una fecha de solicitud referente al 11 de julio de 1970.
Tras haber demostrado el funcionamiento de su motor el extremeño lo trasladó de la motocicleta al automóvil y, al haber cedido la patente al Estado y no haberse comercializado, intentó obtener rentabilidad de su invención más destacada.
Estévez vendió el 50% de los derechos de utilización de su motor a José Carrera Rey y en Barcelona llegó a constituirse una sociedad encargada de lanzarlo al mercado, ‘Aguacar S.A’.
“El motor de agua se queda en España. Se fabricará aquí para todo el mundo. Un grupo de hombres de negocios de Barcelona acaba de constituir una sociedad que se encargará de fabricar en serie mi generador de hidrógeno para ponerlo a la venta en España y en todo el mundo”, según expresaba en 1971 por un Arturo Estévez Varela que, además, añadió que por la cesión comercial de la patente recibiría diez millones de pesetas y el 50% de los beneficios obtenidos por la empresa.
A pesar de que las noticias sobre la vida de Arturo Estévez Varela sean escasas y, en ocasiones, contradictorias, en 1974 había sido procesado por delito de estafa hacia su socio, José Carrera Rey, pero el extremeño desapareció sin dejar rastro.
Según informaciones datadas el 17 de agosto de 1978, Carrera quiso cerciorarse del funcionamiento del regenerador de agua de su socio empleando un contador de agua que sustituiría a la gasolina. Tras los resultados satisfactorios se realizó la firma de la escritura por un precio de cinco millones de pesetas, por lo que Estévez prometió dirigir un vehículo accionado por el generador y gasificador de hidrógeno durante 200 kilómetros en un plazo de sesenta días.
Finalmente, no pudo poner en marcha el vehículo y José Carrera Rey procesó una querella criminal contra Arturo Estévez Varela por delito de estafa y, además, pidió la devolución de los cinco millones de pesetas y una pena de siete años de prisión para el extremeño.
Medios de comunicación españoles hicieron eco de la desaparición del famoso inventor del ‘motor de agua’. Concretamente La Vanguardia, el 23 de julio de 1974, informó que “el comprador de los derechos de utilización ha interpuesto una querella por delito de estafa, además de comprobar que el motor no funcionaba con agua”.
“El auto de procesamiento”, según lo expuesto en este medio, “fija en 25.000 pesetas la fianza que debería prestar y en seis millones de pesetas la garantía de las responsabilidades pecunarias que pudieran resultar”.
Finalmente, los magistrados absolvieron a Arturo Estévez Varela porque en el “ánimo de Arturo no hubo engaño ni fraude. El bueno del inventor creía en su invento”, expresaba Joaquim Hospital en 1978.
¿Cómo funcionaba el invento del español?
El agua, al ser simplemente H2O y no contener energía, no se puede quemar dentro de un motor de explosión, por lo que es necesaria una sustancia mineral como el boro para crear una reacción química.
De esta reacción “se libera hidrógeno gas que es el que se conduce al sistema de inyección del motor para ser quemado dentro de la cámara, y como subproducto el boro se oxida, desprendiendo calor”, añade Pablo Ibáñez, periodista.
Estévez negó que esta sustancia fuera boro y afirmó que se trataba de un material mucho más barato, como podría tratarse de la pasta amorfa mencionada anteriormente. Actualmente varios expertos en motor apuntan que esta sustancia secreta podría ser ferrosilicio, empleado en el siglo XX en dirigibles y globos estáticos para producir hidrógeno.
Una vez trasladado su regenerador de hidrógeno al automóvil, según indicaba el inventor extremeño, este gasificador especial permitiría el funcionamiento del coche empleando el agua como combustible. “Mediante la aplicación de los polos positivo y negativo de la batería del automóvil se produce, al descomponerse el agua, hidrógeno en el negativo y oxígeno en el positivo”, indicaba Estévez.
El gasificador, al que llega el hidrógeno gracias a un tubo, es el encargado de distribuir a cada pistón el hidrógeno necesario, mezclado este con el aire atmosférico que, según mencionó su propio autor, se empleaba como carburante.
Más en La Vanguardia