La evolución de nuestra especie es un proceso que se ha venido puliendo por milenios y, como tal, aún tiene recovecos que nos faltan por conocer.

Recientemente, una nueva parte de nuestra historia evolutiva se ha revelado para explicar por qué nuestras “muelas del juicio” solo aparecen cuando hemos alcanzado nuestra adultez.



La antropóloga Halszka Glowacka y el paleoantropólogo Gary T. Schwartz unieron fuerzas para poder estudiar dicho fenómeno. Al final, la investigación realizada en la Universidad de Arizona, EE. UU., publicó sus resultados en la revista Science Advances.

Tras un misterio milenario



Para poder investigar sobre el tema Glowacka y Schwartz, analizaron los cráneos y dientes de 21 especies de primares. Se desarrollaron modelos 3D de cada una y luego se comparó su desarrollo evolutivo con el tiempo en el que se demoraba cada especie en tener una dentadura totalmente formada.

Crédito: Ian Glover. Vía Flickr.

Sin lugar a dudas, de entre todos los primates, los humanos son la especie que más se toma su tiempo en ese sentido, siendo la única que no desarrolla por completo sus dientes una vez alcanza la madurez sexual. Pero… ¿por qué?

¿Por qué las muelas del juicio solo aparecen en la adultez?

Es un asunto de biomecánica. Según los estudios, la dentadura de primates como el macaco rhesus (Macaca mulatta) se desarrollan por completo a los 6 años. Mientras tanto, las de otras especies como el babuino amarillo (Papio cynocephalus) culminan su crecimiento a los 7 años. Asimismo, las de los chimpancés (Pan troglodytes) pueden demorarse hasta los 12 años.

Por nuestra parte, la dentadura humana no se desarrolla por completo sino hasta después de los 18 años –y, a veces, hasta incluso mucho después–. De acuerdo a lo observado, esas diferencias se deben a los diferentes tiempos y procesos de crecimiento craneal.

Es por nuestra propia… ¿seguridad?

Al igual que con el resto de procesos de nuestro organismo, el crecimiento dental está regido por infinidad de variables que buscan mantener el “equilibrio” en nuestro organismo. Debido a nuestras “caras planas” de mandíbulas mucho más cortas que nuestros primos, el espacio en nuestra boca nunca es exactamente excesivo.

Como consecuencia, tardamos más tiempo en desarrollar por completo un cráneo y una mandíbula que sean capaces de albergar todos nuestros dientes. Debido a eso, las muelas del juicio “esperan” hasta nuestra adultez, cuando el desarrollo óseo de nuestro organismo ya debería haberse detenido.

Antes de eso, la aparición de dichos molares solo podría causarnos problemas para mover la mandíbula, masticar y alimentarnos, lo que sería contraproducente. De allí que el organismo espere a que “estemos listos” para albergar las muelas del juicio en nuestra boca.

Por los momentos, no se sabe aún con exactitud por qué su salida está resultando cada vez más problemática para las nuevas generaciones. Pero, al menos como una hipótesis, podemos imaginar que las complicaciones podrían tener que ver con el reducido espacio que deja nuestra mandíbula.

Referencia:

A biomechanical perspective on molar emergence and primate life history: DOI: 10.1126/sciadv.abj0335

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