Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzó un nuevo récord el año pasado, indicó este lunes la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a días de la conferencia CP26 sobre el clima.
«La abundancia de gases de efecto invernadero que retienen el calor en la atmósfera volvió a alcanzar un nuevo récord el año pasado, y la tasa de aumento anual registrada fue superior a la media del período 2011-2020», según el boletín de la OMM.
De acuerdo con esta agencia de la ONU, la desaceleración económica causada por el covid «no tuvo ningún efecto evidente en los niveles atmosféricos de los gases de efecto invernadero ni en sus tasas de aumento, aunque sí se produjo un descenso transitorio de las nuevas emisiones».
La OMM indicó que no se detienen las emisiones, «la temperatura mundial seguirá subiendo». Como el dióxido de carbono (CO2) es un gas de larga vida, «el nivel de temperatura observado actualmente persistirá durante varias décadas aunque las emisiones se reduzcan rápidamente hasta alcanzar el nivel de cero neto», agregó.
La conferencia de la ONU sobre cambio climático CO26 se celebrará en Glasgow desde el domingo 31 de octubre al 12 de noviembre.
«El Boletín de la OMM sobre los gases de efecto invernadero manda un mensaje científico contundente a los negociadores en materia de cambio climático», afirmó el Secretario General de la OMM, el profesor Petteri Taalas, citado en el comunicado.
«Si se mantiene el actual ritmo de aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, el incremento de la temperatura a finales de este siglo superará de lejos el objetivo establecido en virtud del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 °C por encima de los niveles preindustriales», agregó.
La concentración de dióxido de carbono (CO2), el más abundante de los gases de efecto invernadero, alcanzó en 2020 las 413,2 partes por millón (ppm) y se sitúa en el 149 % de los niveles preindustriales.
En cuanto al metano (CH4) y al óxido nitroso (N2O), sus concentraciones equivalieron, respectivamente, al 262% y al 123% de los niveles de 1750, el año elegido para representar el momento en que la actividad humana empezó a alterar el equilibrio natural de la Tierra.