La primera casa propia de Maradona, ubicada en el barrio porteño de La Paternal, no sólo esconde objetos míticos del Pelusa. Subiendo por las escaleras, en el piso superior, se encuentra un pequeño santuario, decorado con cuadros, zapatillas de fútbol y hasta un altar con fotografías.
«Algunos católicos se persignan, hemos visto gente arrodillada, quebrarse… La verdad es que son momentos que se viven muy fuertes por Diego», señala a Efe César Pérez, curador de una vivienda-museo que es punto de peregrinación para los «feligreses» maradonianos.
Esta casa no es el único templo donde se dedican oraciones al exfutbolista: miles de murales y cientos de altares pueblan las ciudades de Argentina, un país donde millones de personas han elevado a Diego Maradona a la condición de «santo popular», de cuyo fallecimiento este cumple mañana un año.
Cientos de altares
Los homenajes callejeros al «Diez» son infinitos. Murales de grandes dimensiones, pinturas más chiquitas y dedicatorias afectuosas aparecen por todos los rincones de Buenos Aires, especialmente en el barrio de La Paternal, hogar del club que lo vio nacer profesionalmente, Argentinos Juniors.
El campo de Argentinos, rebautizado como «Estadio Diego Armando Maradona», está repleto de referencias artísticas al Pelusa y también cuenta con un altar similar al que está instalado en su casa-museo.
«Diego es un ídolo popular. Hacer altares era también como una forma de devolverlo al pueblo», cuenta a Efe Verónica Sánchez, creadora de «Santa Maradona», una iniciativa que pretende honrar la memoria del exfutbolista a través de pequeños altares de madera.
La mujer tenía pensado elaborar sólo diez altares en un principio, pero el interés social fue tan grande que terminó por construir 168, la mayoría de ellos diseminados por los barrios más humildes de Buenos Aires.
Una pasión motivada por la enorme «empatía» que generó Maradona entre las clases populares, a quienes hablaba «de igual a igual», como una persona que nunca perdió de vista sus orígenes.
«Hablaba el mismo lenguaje que nosotros, nunca habló desde arriba, nunca habló como Diego el superjugador, él habló siempre desde el llano. Eso hizo que todos lo sintamos parte, como un amigo más, y ese es el cariño que le tenemos», asegura Sánchez.
«No era solamente ‘Argentina, campeón del mundo en el 86’, Diego y su magia futbolera -agrega-. Era un montón de cosas lo que él representaba para todos nosotros, sobre todo para las clases medias y bajas. El amor que le tiene esa gente es infinito, siempre vas a recordar a alguien que te hizo feliz».