Washington, Estados Unidos. Bill Suan compró la granja ganadera de su familia hace una década y media sin preocuparse demasiado por dos pozos de gas perforados que había en la propiedad, en las montañas del estado de Virginia Occidental, hasta que comenzó a derramar petróleo en el campo y a enfermar a sus vacas.
Tras demandar al operador, Suan consiguió tapar un pozo, pero la empresa desapareció luego, dejándolo ante un pequeño desastre ecológico, síntoma de un problema más amplio: los pozos petrolíferos abandonados en Estados Unidos.
«Es impactante pensar que estuvo así por décadas», dijo el ganadero.
Desde las zonas rurales del este en donde comenzó la producción moderna de petróleo, hasta las ciudades del sur de California (en el oeste), donde los pozos de bombeo asoman cerca de las casas, Estados Unidos está plagado por quizá millones de pozos sin sellar, que no han producido en décadas y a veces no tienen un dueño conocido.
Como consecuencia de la regulación laxa que marcó el auge y la caída del petróleo, muchos estados se han esforzado por lidiar con estos pozos de los que se puede filtrar crudo o salmuera hacia las fuentes de agua o en otros casos emitir metano, un gas particularmente potente de efecto invernadero.
Por primera vez, Washington está haciendo un esfuerzo para tapar estos pozos por medio de un fondo de 4.700 millones de dólares, como parte de una amplia revisión de la infraestructura nacional.
«El dinero disponible para los estados nunca ha sido proporcional a la magnitud del problema, y ahora lo será por primera vez», defendió Adam Peltz, abogado en el Fondo de Defensa Ambiental (EDF por sus siglas en inglés), sin fines de lucro.
Pero es probable que los fondos sean insuficientes para resolver el problema por completo, y ecologistas advierten que las diferentes leyes estatales sobre la producción de petróleo incluyen zonas grises que podrían permitir a las empresas seguir abandonando pozos.
– Dueños desaparecidos –
Desde que se extrajo el primer barril de petróleo comercial en Pensilvania en 1859, Estados Unidos ha estado en el centro de la producción global.
Sin embargo, muchos estados demoraron más de un siglo en aprobar normativas que regulen el registro de los pozos y su sellado o taponamiento.
Hoy, se desconoce el número exacto de pozos abandonados en el país, pero la Agencia de Protección Ambiental estima que son cerca de 3,5 millones.
El EDF calcula que unos nueve millones de estadounidenses viven a menos de 1,6 kilómetros de un pozo abandonado, que no está operando o no tiene dueño conocido.
En el condado de Kern, sur de California, la Red de Justicia Ambiental de California Central ha recibido denuncias sobre infraestructuras petroleras abandonadas que pierden crudo cerca de casas y escuelas.
«Mucha de la infraestructura construida y ahora abandonada (…) se encuentra cerca de comunidades pobres», indicó Gustavo Aguirre Jr., director de la red en el condado.
Los estados han sido en buena medida librados a su propia suerte a la hora de lidiar con los pozos.
California tapa una docena cada año, según la Comisión del Acuerdo Interestatal de Petróleo y Gas (IOGCC por sus siglas en inglés), y se encuentra actualmente sellando 56 cerca de la ciudad de Santa Clarita, al norte de Los Ángeles. Algunos de los pozos datan de 1949.
Se cree que la mayoría de los pozos abandonados se encuentran en los estados del este, donde nació la industria y en donde, después de más de 160 años, no sorprende que terratenientes descubran hoyos en el suelo o una tubería que sobresale de la tierra goteando petróleo o salmuera.
Pensilvania, en donde se piensa está buena parte de ellos, tapó 18 pozos abandonados en 2020, según la OIGCC. El mismo año, Virgina Occidental, que tiene cientos de pozos abandonados, tapó uno.
«Han sido décadas de negligencia, dejando que se salgan con la suya, de no cumplir con las normas de sellamiento», se quejó Suan, quien tuvo que cercar el pozo que sigue sin cerrar para impedir que el ganado se acerque al vertimiento de crudo.
– Comienzo –
La ley federal sobre infraestructura aprobada el año pasado permitirá probablemente sellar muchos de los pozos, considera Ted Boettner, investigador en el Ohio River Valley Institute.
Sin embargo, advirtió que en algunos estados no hay suficientes inspectores o requerimientos financieros para impedir que los perforadores sigan abandonando sus pozos.
Un estudio de la Universidad McGill publicado el año pasado indicó que los pozos abandonados son el décimo mayor emisor de metano en Estados Unidos, muy por debajo de industrias como la ganadería y la producción de gas natural.
Esto, en momentos en que la administración del demócrata Joe Biden busca frenar las emisiones contaminantes del país, en tanto las estimaciones de los daños futuros a causa del cambio climático son cada vez más graves.
Para Peltz, la inversión en el taponamiento de pozos, en este contexto, es un comienzo.