Prestamistas dijeron que han perdido sus fortu­nas “por hacer favores” a personas que están en apuros económicos y se quejaron que más que agradecer, muchas se con­vierten en sus enemigos.

Por igual, lamenta­ron que muchos a los que con buena fe les han prestado dinero rápi­do, le han quedado mal y otros se han marchado de la zona donde residían según publica el Listín Diario.



Bienvenido García, quien dice que responsablemen­te presta dinero a intere­ses cómodos, manifestó que muchos de los deudo­res, además de “malas pa­ga”, son malagradecidos. “Si tenemos que regula­rizarnos lo hacemos, pe­ro nosotros no estafamos a nadie, al contrario, hace­mos favores, porque saca­mos de apuros a muchos empleados(as) y pequeños comerciantes”, enfatizó.

Con un niño enfermo “Se imaginan que una per­sona que tenga un niño en­fermo y no tenga nada para llevarlo al médico, recurre a un prestamista y éste, sin ningún tipo de garantía, le suelta el dinero que nece­sita, es lógico que ve el cie­lo abierto, pero los hay que luego al pagar se vuelven irresponsables”, comentó.



No le gusta el término usurero y, a la vez, esti­ma que ciertamente hay prestamistas que han lle­gado al extremo de irrum­pir en casas para cobrarse lo que les deben, pero que no son todos que incurren en esa violación a la ley. Pero insistió que muchos de ellos han sido vícti­mas de asaltos y que algu­nos han perdido sus vidas.

En tal sentido, aclaró que hay personas mala paga, que después de un tiem­po se niegan a honrar sus compromisos, pagarles los intereses y sus capitales y que para no entrar en con­flictos con la ley, tienen que aceptar con paciencia. Delfin Peña, quien ahora es evangelista, recordó que perdió su fortuna prestando dinero, algunos eran bue­nos pagadores, pero otros muy irresponsables.

El negocio no es fácil “Mire hermano, el nego­cio del préstamo no es fá­cil, gracias que ya estoy fue­ra de eso, cualquier fortuna la pierdes, porque no to­do el mundo te paga”, dijo. En el caso de Juan, adu­jo que presta a un “módico interés de un 25 por cien­to”; es decir, que el que le debe 2,000 pesos, solo tie­ne que pagar 400 al mes y que lógicamente, cuando liquidan cuentas, les tie­nen a la vez que pagar “los cuartos” que les prestaron, sin importar el tiempo que tienen endeudados, por­que es una regla estable­cida y aceptada por ellos. “Los malas pagas están afectando a los buenas pa­gas, porque ya la mayoría no prestamos sino es con garantía. Quiere 20 mil pe­sos, déjame tu passola o motor que cuesta entre 30 a 60 mil pesos, ahí habla­mos”, afirmó.

Otra cara Para Juan, un prestamista conocido de Santiago que tiene varios años en esa la­bor, los clientes son mala­gradecidos, porque cuando les prestan salen con una sonrisa de oreja a oreja, pe­ro cuando les van a cobrar, ponen una cara más du­ra que la de un león ham­briento cuando ve que su presa se le puede escapar.

Otra cara Para Juan, un prestamista conocido de Santiago que tiene varios años en esa la­bor, los clientes son mala­gradecidos, porque cuando les prestan salen con una sonrisa de oreja a oreja, pe­ro cuando les van a cobrar, ponen una cara más du­ra que la de un león ham­briento cuando ve que su presa se le puede escapar.

Quejas en los cajeros. En los cajeros de los ban­cos de Santiago y otras par­tes del Cibao, se registran discusiones entre clien­tes y prestamistas y perso­nas que tienen a sus servi­cios, porque muchas veces duran entre 10 a 13 mi­nutos, sacando dinero. Ante esas discusiones mu­chas veces la Policía tiene que intervenir para poner el orden. Esa situación se da porque como garantía a los obreros y obreras que por obligación toman esos préstamos, les retienen sus tarjetas de cobro con sus claves, para los mismos prestamistas sacar el dinero que les deben y devolverles lo poco que les queda.

Esa situación se ha hecho un proceso habitual los días de pago en empresas de Santiago y otras ciudades del Cibao.

SUCESO Irrumpen en viviendas. Tragedia. Yovanna trabaja en una banca de loterías de Santiago y recuerda que su esposo, que trabajaba como delivery, murió en el 2019 en un accidente de tránsito.

Impotencia. Ella no sabía que su pa­reja había tomado a un prestamista de 20 mil pesos para terminar de pagar un motor que ha­bía comprado. Pero con nostalgia cuenta que el usurero se presentó ar­mado a su casa con dos hombres más, y les pidió la motocicleta.