Con una visita a diferentes playas de República Dominicana, como Guayacanes, Juan Dolio y Boca Chica, se puede observar una baja turística en las dos primeras, mientras que la última se «roba el show» con una gran cantidad de asistentes.

Desde sentados comiendo pescado, tomando el sol y otros disfrutando de los yaniqueques, así se logra divisar a los bañistas.



En cada una de las bellezas marítimas recorridas se ve presencia de las diferentes autoridades encargadas de salvaguardar a los ciudadanos locales y extranjeros.

«Aquí estamos compartiendo en familia, vine porque llegó mí hermana de Estados Unidos y salimos a disfrutar un poco», expresó Dahiana Rojas, visitante en Boca Chica.



José Alfredo Rodríguez, un padre de familia que decidió hacer un «viaje romántico» aprovechando que sus hijos los cuida su abuela en la provincia de La Vega, comentó lo siguiente:

«Me gusta venir a este pedazo de Guayacanes porque no hay tanta gente, porque el Covid-19 no se ha ido todavía, hice una escapada con mi esposa y lo estamos disfrutando».

La Cruz Roja Dominicana y la Defensa Civil hacen presencia en los balnearios de las diferentes provincias del país, con el encargo de sacar a los bañistas a las 6:00 de la tarde.

Julián Ramos quien funge como encargado del punto ubicado en Playa Guayacanes, explicó que «estamos aquí para darle asistencia a los bañistas y atender cualquier emergencia que se presente».

También dijo que está prohibido el uso o entrada de botellas de vidrio y niños sin supervisión de sus padres o tutores.

Vendedores califican de «ladrones» a los buscones 

Tras un recorrido por varias playas del país, los vendedores están con el «grito al cielo» ya que los famosos buscones les doblan los precios a los vendedores formales.

En Playa Guayacanes un vendedor cuyo nombre se mantiene en el anonimato, explicó que a pesar de que forman parte de un sindicato éste no los «enfrenta» porque su líder se beneficia de estos actos y quienes tienen la osadía de llevarles la contraría corre con la desventaja de ser agredido.

«Ahora mismo todo va en contra de nosotros, estamos aquí de manera provisional en lo que Turismo construye la plaza, lo que yo vendo a 300 uno de ellos te quita 1,000», puntualizó el hombre.

También detalló que ellos tienen que pagar impuestos a diferentes instituciones y de paso deben cambiar el carnet del sindicato dos veces al año.

Por su parte Wendy Reyes, en Playa Juan Dolio, expresó su molestia. Reyes tiene un negocio en este balneario con un costo por mesa de 500 pesos mientras que los «buscones» tiene este artículo entre 1,000 1,500 pesos.

«Esto es un robo, disque 1,000 pesos por una mesa, eso es un fraude para los clientes», señaló Wendy.

Aunque dijo que la venta está «lenta», informó que esto puede variar ya que cada quien cuenta con un tipo de clientela.

Peaje de Las Américas

En la salida al este de la capital dominicana no se registraron congestionamientos en el segundo día de asueto por la Semana Mayor

El tránsito vehicular en las vías que conducen al Peaje de la Autopista Las Américas se mostró  tranquilo y con un notable descongestionamiento en las primeras horas del Viernes Santo.

Durante un recorrido por esa zona de peajes, un equipo de reporteros de este diario pudo constatar la poca afluencia de vehículos que se desplazaban con fines de abandonar la ciudad capital.

En sus alrededores fue posible observar a decenas de miembros del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC)  y de la Dirección General de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) ejerciendo sus labores de asistencia y vigilancia a los viajeros.

Debido al asueto de la Semana Mayor, muchos residentes en la capital dominicana se desplazaron desde el Miércoles Santo hacia el interior del país para visitar a sus familiares o para vacacionar.

El panorama fue distinto en el día de ayer.  El éxodo de ciudadanos abandonando el Gran Santo Domingo se vio reflejado en las autopistas Duarte, Sánchez Vieja, Seis de Noviembre y la propia Las Américas.

Los embotellamientos fueron estrepitosos, especialmente después del mediodía, llegando a alcanzar las filas de vehículos en los entornos de los peajes hasta dos kilómetros de largo.