En los últimos meses, Netflix ha afianzado su exitoso vínculo con las producciones audiovisuales hechas en Corea del Sur, apostando ahora por Narcosantos y una renovada combinación de géneros.
Lo que hace bajo su apartado de series originales surcoreanas, luego de ofrecer la ficción espacial de Mar de la tranquilidad, el terror de Dulce hogar y Rumbo al infierno, o el drama y acción de El juego del calamar.
Ya que el espacio escrito por Yoon Jong-bin y Kwon Sung-hui se mueve entre el drama, la acción, el suspenso y hasta el espionaje, teniendo como base una historia real ambientada en Surinam.
El pequeño país ubicado en el noreste de Sudamérica que sirve de escenario para la aventura de Kang In-gu (Ha Jung-woo), que llega al streaming en seis capítulos marcados por el peligro y la violencia.
Cada uno de los cuales comienza con una frase que pone de manifiesto que se basan en un caso real que fue mezclado con la ficción, que tienen como narrador de su escena de partida al propio In-gu.
El que le afirma al público que tal vez su historia sea difícil de creer, en especial el hecho de que un surcoreano común y corriente como él esté viajando en un camión a través de la selva sudamericana.
El proyecto para llevar esta historia a la televisión comenzó en marzo de 2021 cuando se anunció el elenco completo que formaría parte de la producción. Originalmente, el plan era filmar la temporada en el mismo territorio de Surinam, pero más tarde se optó por otro país de América Latina. Debido a la pandemia, la filmación de los episodios en República Dominicana tuvo que posponerse hasta finales del año pasado.
Un cambio de planes en Surinam
Pero pronto el relato viaja al pasado para mostrar el origen de su actual situación, que tiene como punto de partida su infancia, la muerte de sus progenitores y la formación de su propia familia.
A la que debe mantener con su taller mecánico y un bar de karaoke hasta que retorna a su amigo Eungsoo (Hyun Bong-shik), quien le propone hacer un gran negocio con las rayas que desechan en Surinam.
Las que podrían vender fácilmente en Corea del Sur, donde se comen fermentadas, por lo que viajan a concretar el negocio a América del Sur. Pero su emprendimiento sufre algunos tropiezos.
No solo deben pagar por protección a los militares locales, sino que además son blanco de la mafia china en Paramaribo, la capital de Surinam. Pero alguien les ofrece ayuda: Jeon Yo-hwan (Hwang Jung-min).
El pastor de una iglesia cristiana que realmente es el capo local del tráfico de cocaína, como le revela a un sorprendido In-gu el decidido agente de la inteligencia coreana Choi Chang-ho (Park Hae-soo).
El cual además lo hace parte de su misión para atrapar a Jeon, involucrándolo en un peligroso plan que los lleva a ambos a fingir ser socios comerciales ante el narcotraficante y sus hombres.
En el eje dramático de Narcosantos, una serie que se aleja del k-drama convencional, en estilo y cantidad de episodios, involucrando al espectador en una trama que seduce por su calidad técnica y buenas actuaciones.