Varias ciudades Haití se vieron paralizadas por manifestaciones desencadenadas por la decisión del gobierno de suspender los subsidios a los combustibles, en un país donde la gasolina es tan escasa como imprescindible.
Las principales carreteras fueron bloqueadas, el transporte público detenido y muchos negocios o instituciones públicas mantuvieron sus puertas cerradas mientras algunos negocios eran atacados por los manifestantes.
El domingo, el primer ministro, Ariel Henry, anunció que los precios del combustible debían aumentar, ya que el Estado carecía de fondos para continuar con los subsidios.
El anuncio desató la ira de una población ya golpeada por la inseguridad y la pobreza, y que no solo depende del combustible para el transporte, sino también para la electricidad y para cocinar.
Sin embargo, las protestas se intensificaron el miércoles, cuando el gobierno formalizó la suspensión de los subsidios al diésel y al combustible doméstico, en tanto redujo los de la gasolina.
Los precios del diésel y del queroseno pasarán de unos 350 gourdes (moneda haitiana, unos 3 dólares) a casi 670 gourdes (unos 5,70 dólares).
Este verano boreal una doble escasez de gasolina y electricidad ya había paralizado varias ciudades.
Ante esa escasez los residentes de la isla se ven obligados a recurrir al mercado negro, donde la gasolina y el diésel están fácilmente disponibles pero a precios seis veces más altos que la tarifa establecida por el gobierno.
Haití, un país en el que las pandillas han extendido cada vez más su dominio, lleva años sumido en una profunda crisis económica y política.