Por Marta Quéliz / Listín Diario – Los dominicanos somos especiales normalizando términos y hechos sin antes acogernos a una investigación. El que se desaparece lo hace porque tenía depresión, tenía problema, lo botó la novia, la dejó el esposo…

Lo mismo sucede con el que encuentran colgando de un palo, ligeros asumimos que se suicidó. Estos casos solo para poner dos ejemplos de los tantos de este tipo que de seguro han quedado impune porque aquí más que investigar, se asume.



Los que no regresan

Pero bien, aunque hago este preámbulo, el tema que hoy he querido tocar de manera específica es la “pandemia” de las desapariciones.

Es alarmante ver que cada día son más las personas reportadas desaparecidas y menos las expectativas de encontrarlas. Pero si triste es esta realidad, más pena da saber lo disminuido que es el equipo “especializado” para dar con su paradero.



Y por si fuera poco, es indignante saber sobre las pocas o ningunas herramientas que se tiene para realizar una búsqueda responsable. Aquí todo se queda en “se desapareció”. No existe un método, un sistema, un recurso… que permita determinar si fue que “lo desaparecieron”, pues por lo regular nunca regresan.

Los pocos que han vuelto

Una muestra que puede contribuir a que las autoridades realicen mejores búsquedas es el caso del doctor del Hospital Padre Billini, quien duró varias horas desaparecido y al regresar testificó que fue secuestrado.

Esto significa que no estamos viviendo en una ciudad fabulosa donde a ciencia cierta sí podríamos decir que si alguien desaparece fue por cuenta propia, pues la delincuencia, el crimen organizado, y sobre todo, las suposiciones, no existen.

En un lugar con un nivel de control de este tipo sobre sus ciudadanos no sería posible tener una larga lista de familias buscando a sus seres queridos sin respuesta como sucede en nuestra realidad, que solo en el mes de octubre pasado fueron notificadas alrededor de 20 personas desaparecidas.

No es calle arriba y calle abajo

Está demostrado, y no lo digo yo que no sé de eso, lo dicen expertos internacionales en búsqueda, que mientras más tiempo se pierde en realizar un rastreo de los últimos movimientos, menos posibilidades de hallar a la persona hay.

Es decir, que si eso es así, ya se debería estar pensando en bajarle a las 24 horas que hay que esperar para que proceda una denuncia. Porque son muchas cosas las que pueden suceder o evitarse en 24 horas, más aun con un sistema de rastreo deficiente como el que hay en el país. Ya está bueno de suponer, de andar calle arriba y calle abajo buscando a alguien que se perdió, cuando lo que funciona es disponer de un equipo especializado que dé respuesta a las tantas familias que no saben si es que su pariente desapareció o desaparecieron.