El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viaja el jueves a Washington para reencauzar la relación con su par estadounidense, Joe Biden, perturbada durante el mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro.

Apenas un mes después de asumir su tercer mandato como presidente, Lula, de 77 años, será recibido por Biden, de 80, el viernes por la tarde en la Casa Blanca.



«Lo más destacable de esta visita es su carácter político, el hecho simbólico de que ocurre al inicio del mandato del presidente Lula», dijo Michel Arslanian Neto, responsable del Departamento de América Latina y Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño.

«Es una oportunidad para que ambos líderes tengan un encuentro personal, un contacto al más alto nivel que dé un impulso a la relación», añadió Arslanian Neto, quien prevé un «calendario de intercambio de visitas» por venir.



Según la Casa Blanca, Biden y Lula abordarán «el apoyo firme de Estados Unidos a la democracia brasileña» y los «desafíos en común», como el «cambio climático, la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, el fortalecimiento de la paz y la seguridad, y la migración regional».

Lula busca «reafirmar la colaboración estratégica» con Estados Unidos, «energizar la cooperación en áreas centrales para ambos presidentes: el medioambiente y la defensa de la democracia», explica Fernanda Magnotta, coordinadora de relaciones internacionales de la fundación FAAP, en Sao Paulo.

La democracia brasileña se vio sacudida el 8 de enero, una semana después de la investidura de Lula, cuando más de 4.000 bolsonaristas desenfrenados vandalizaron los edificios de la Presidencia, el Congreso y la corte suprema en Brasilia.

La agresión contra las sedes del poder público en Brasil recordó la asonada contra el Capitolio de Estados Unidos hace dos años por parte de simpatizantes del entonces presidente estadounidense Donald Trump, que se rehusaban a aceptar su derrota electoral.

«Un gran tema de afinidad» entre Biden y Lula será «la lucha contra la radicalización de la extrema derecha, representada por el bolsonarismo en Brasil y el trumpismo en Estados Unidos, dos movimientos hermanos», dijo a la AFP Guilherme Casaroes, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.

 

– Medio ambiente, prioridad absoluta –

 

El expresidente Bolsonaro, que está desde fines de diciembre en Florida, Estados Unidos -una situación que, según Brasilia, no será tema de la reunión bilateral- fue uno de los últimos en felicitar a Biden por su victoria. Y mantuvo una relación gélida con el mandatario estadounidense.

En los años previos, su admiración por Trump se tradujo en una alineación completa con Washington, y en la emulación de varios de sus métodos de gobierno.

Biden y Lula tienen ahora varios temas en común, entre ellos el medioambiente, «especialmente la preservación de la Amazonía y el impacto sobre el cambio climático», señaló Casaroes.

«Es una prioridad absoluta» para Lula y «con un equipo técnicamente competente, todo indica que logrará alinear la agenda brasileña con las expectativas estadounidenses», añadió el politólogo.

Bajo el gobierno de Bolsonaro (2019-2022) la deforestación anual promedio aumentó casi 60% en la mayor selva tropical del planeta, vital en la lucha contra el cambio climático. Lula prometió erradicar esa lacra para 2030.

«No hay alternativa», considera Rubens Barbosa, exembajador de Brasil en Estados Unidos.

«Lula tendrá que cumplir en materia de combate a las actividades ilegales en la Amazonía, como la deforestación y la minería de oro».

 

– Divergencias sobre China –

 

Además, en la visita de Lula «habrá mucho espacio para el diálogo» sobre un aumento del comercio y las inversiones bilaterales, considera Magnotta.

En materia de defensa, podrían abordar la transferencia de tecnología y acuerdos de cooperación científica.

«Brasil tiene mucho interés en ampliar su acceso al mercado de defensa estadounidense», afirmó Arslanian Neto.

Aunque no faltan diferencias.

Ante la ONU, Brasil condenó la invasión rusa a Ucrania, pero no adoptó sanciones económicas contra Moscú y no enviará municiones a Kiev.

El Brasil de Lula también pretende normalizar sus relaciones con Venezuela.

Y a diferencia de Estados Unidos, no ve como amenazas a China ni a Rusia, sus socios en el grupo BRICS.

China, además, es el principal socio comercial de Brasil (152.600 millones de dólares en 2022), muy por delante de Estados Unidos, el segundo (88.800 millones de dólares).

La mayor economía de América Latina es «muy dependiente de Asia, especialmente de China, en el comercio y las inversiones», recuerda Barbosa.

Por eso, al tiempo que restablece las relaciones de alto nivel con Estados Unidos, se espera que Lula recupere la política «equilibrada» de Brasil, de «mantener relaciones constructivas con todos los países, sin alinearse automáticamente con ninguna potencia», sostiene Casaroes.

Revirtiendo la política de Bolsonaro.