Residentes en los sectores Villa Francisca y el ensanche Luperón, Distrito Nacional, pidieron este martes mayor intervención de las autoridades para eliminar los vertederos improvisados y aguas estancadas en los contenes, tras el reporte de seis nuevos casos de cólera, que elevan a 77 el total de infectados en los últimos meses.

S.M.L., quien se sustenta vendiendo botellones de agua y refrescos en las proximidades del Parque Enriquillo, aseguró que desde el pasado viernes 17 padece una diarrea constante, aunque no se ha sometido a pruebas de laboratorio para identificar su origen.



Sus vecinos, una familia de tres compuesta por un abuelo, su hija y su nieto adolescente, se encontraban rumbo al Hospital Félix María Goico al momento de la visita de Diario Libre por la misma causa: una diarrea aguda desde hace varios días.

En Villa Francisca reciben dos tipos de agua en la tubería, una dulce y otra salobre. “Hoy llegó agua dulce a la llave”, dijo la señora.



Al percatarse de la presencia de reporteros en la zona, Ana, otra comunitaria, comentó que algunas personas no disponen de baños en sus casas, tiran las materias fecales y basura a la intemperie, contaminando el ambiente. El olor fétido corroboraba las afirmaciones de la joven madre, quien aseveró no poder abrir las ventanas para ventilar su hogar.

A escasos metros se encontraba Cirilo, un vendedor de yaniqueques y huevos hervidos, quien aseguró adoptar medidas sanitarias muy higiénicas, aunque “las ventas no están muy buenas”.

“Las manos muy limpias”, dijo mientras las mostraba en señal de que estaban aseadas. “Mire la vitrina, ahí no entra ni un mime”, agregó.

Al margen del cólera, Cirilo afirmó que hay “mucha gripe” en el barrio.

En el Luperón
Residentes de un callejón ubicado en la calle 6 Norte aseguraron que hace una semana, brigadas del Ministerio de Salud aplicaron vacunas contra el cólera en unas diez casas contiguas, tal como establece el protocolo cuando se detecta un caso positivo a esta enfermedad.

“Aunque uno sea pobre, tiene que ser delicado. La pobreza no va con sucieza (suciedad)”, expresó una señora solo identificada como Chuma.

En ese mismo escenario, Ruth Cayetano narró cómo su esposo, a finales de enero inició con un cuadro diarreico y fue atendido exitosamente en el Hospital Moscoso Puello, tras una prueba antigénica positiva a cólera.

De acuerdo con los vecinos, se debió a una fritura que compró y así se contagió. Hoy día, el hombre ya está restablecido y de vuelta a su vida laboral “porque se le anduvo rápido a la enfermedad”.

Al vivir en callejones, los comunitarios deben sacar la basura por las noches a una de las vías principales para que el camión las recoja a las 6:00 de la mañana.

“El agua llega bien, es el agua de la comida la que uno compra”, comentó María, otra lugareña.