La identidad criolla que caracterizaba a barrios y comunidades rurales de República Dominicana se ha ido perdiendo, a medida que aumenta el número de ciudadanos haitianos ilegales que ha cruzado la frontera para establecerse en el lado este de la isla.
La llegada masiva de esos extranjeros en los últimos dos años ha puesto en evidencia el fracaso de la política migratoria de las autoridades dominicanas, que temen tomar algún tipo de medida que moleste al Gobierno de Estados Unidos y organismos internacionales.
La presencia haitiana solo era notoria en la construcción y la agricultura, pero ya se observa en sectores importantes como el transporte público, la venta de ropas, comida e, incluso, la distribución de agua para consumo.
A ello se suma el hecho de que muchos dominicanos continúan emigrando hacia Estados Unidos y otras partes del mundo, dejando libre a los extranjeros el espacio que antes ocupaban.
«Un día nos van a … a todos, porque las autoridades de aquí solo están pendientes de enriquecerse. No es posible que los haitianos estén vendiendo un producto tan importante como el agua de tomar», dijo Enrique Abreu, residente en el Ensanche Luperón.
Detalla Juan Julio Gómez en el periódico El Nacional, que el número de esos extranjeros ha aumentado en los barrios, donde muchos propietarios de viviendas deciden alquilarles sus casas, bajo el argumento de que «son más serios que los dominicanos».
«Yo ya no les alquilo casa a dominicanos, porque me han engañado y los haitianos no me fallan con el pago. No es cuestión de soberanía, es un asunto de mi dinero», dijo una mujer que se identificó como Mamí.
La entrada masiva de haitianos a territorio dominicano ha contado con el apoyo de oficiales del Ejército Dominicano destacados en la frontera y de empresarios agrícolas y la construcción, de acuerdo a organizaciones patrióticas nacionales.
«Hay que agradecerles, porque gracias a ellos (militares y empresarios) el país se ha llenado de haitianos. Llegará el momento en que esos extranjeros salgan a quemar gomas aquí como hacen en su país», dijo José Paulino, quien pertenece a un grupo patriota dominicano.
Otros se quejan por la «apatía que muestran las autoridades» ante el problema migratorio haitiano, el cual definen como la peor amenaza contra la soberanía del país.
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«Ya la unión de los dos países está casi completada, pero a nuestras autoridades no les importa lo que está y seguirá ocurriendo», lamentó el mecánico Pablo Romero.
Muchos haitianos han cruzado hacia el lado dominicano en los últimos dos años, debido a la crisis económica en Haití y al caos que impera en esa nación, las más pobre del hemisferio, fruto de la lucha entre bandas armadas que se disputan la venta de drogas y armas.
El pasado Viernes Santo en el Sermón de las siete palabras, la Iglesia Católica advirtió que «al ritmo que vamos, llegará el día en que los dominicanos seremos menos en nuestro propio suelo».