El FBI tardó menos de una semana en atrapar al último imitador del Unabomber. Al original, Ted Kaczynski, lo metieron entre rejas en 1996, tras 18 años de ardua búsqueda y después de que The New York Times y The Washington Post publicasen en 1995 su famoso «manifiesto».
La forma en que estaba redactado hizo sospechar a David Kaczynski, que el autor podía ser su hermano Ted, el responsable de los atentados que costaron la vida a tres personas e hirieron a otras veintitrés y por las que cumplía una condena de ocho cadenas perpetuas, hasta su muerte el 10 de junio de 2023.
UN GENIO ATORMENTADO
Ted Kaczynski, nacido el 22 de mayo de 1942, fue un niño superdotado que comenzó a destacar en matemáticas desde muy pequeño, ciencia en la que halló su particular refugio.
Su habilidad con los números le sirvió para saltarse un curso en el Colegio Evergreen Park Central de Chicago, donde estudiaba, y terminar los estudios de bachillerato dos años antes de lo habitual.
Con dieciséis años, y un coeficiente intelectual de 167, Kaczynski se graduó en la Universidad de Harvard y posteriormente se doctoró en Matemáticas por la Universidad de Michigan, y con tan sólo 25 años se convirtió en profesor ayudante en la Universidad de Berkeley, en California.
Pero ser un superdotado le causó más problemas que alegrías. Con una personalidad compleja y un carácter introvertido, Kaczynski fue objeto de acoso escolar por parte de sus compañeros, hecho que lo marcaría de por vida.
En la Universidad de Michigan, Kaczynski realizó un máster y comenzó a publicar artículos en revistas científicas. Escribió una brillante tesis doctoral, titulada Boundary Functions, «Funciones en la frontera», en la que abordaba la teoría de las funciones geométricas, una rama de lo que se conoce como análisis complejo utilizada para importantes aplicaciones en ingeniería.
Su alto nivel cognitivo le permitió resolver un problema que uno de sus profesores había sido incapaz de resolver. Asombrado, un profesor afirmó: «Había sido un trabajo tan complicado de resolver, que es posible que únicamente unas 10 o 12 personas en todo el país sean capaces de entenderlo o apreciarlo».Otro profesor dijo sobre él: «No es suficiente con decir que es listo».
PROGRAMA DE LA CIA
Al parecer, durante su estancia en la universidad, Kaczynski participó en el proyecto MK Ultra, un programa de control mental ideado por la CIA en colaboración con Henry Murray, profesor de Harvard y Fundador de la Sociedad psicoanalítica de Boston.
Se cuenta que el proyecto buscaba desarrollar nuevas técnicas de interrogatorio y tortura a partir del control mental. Kaczynski fue sometido a estos experimentos desde 1959 hasta 1962, lo que acabó por quebrar una mente de por sí muy confusa.
Pero en una entrevista ofrecida años después a un medio de comunicación, Kaczynski no opinaba lo mismo: «En realidad, sólo hubo un experimento desagradable en el estudio de Murray; duró como media hora y no podría ser calificado como ‘traumático’ de forma razonable.
La mayoría de los experimentos fueron entrevistas y cuestionarios escritos. La CIA no estaba involucrada», y señala que hubo un periodista que buscó a los participantes del estudio y que «no encontró nada que mereciese la pena publicar en los medios».
Años después, en 1969, y sin motivo aparente, Kaczynski dejó su puesto de profesor en la Universidad de Berkeley y regresó junto a sus padres, mudándose más tarde a vivir a una cabaña en el interior de un remoto bosque en Lincoln (Montana). En aquel momento empezó a desarrollar una vida apartada de la sociedad.
Se convirtió en un ermitaño que cazaba para comer y sobrevivía sin luz ni agua corriente. Finalmente, en 1978 Kaczynski desapareció por completo del mundo. No se volvió a saber nada más de él.
NACE EL UNABOMBER
Durante toda su vida, Kaczynski desarrolló una enorme oposición a la sociedad tecnológica.
Luchó (y aún lo sigue haciendo desde la cárcel) para que el ser humano regrese a la «vida salvaje» a través de «una completa y permanente destrucción de la sociedad industrial moderna en cada parte del mundo para reemplazar a esta sociedad impersonal, esclava y alienada por otra de pequeños grupos sociales», según sus propias palabras. Para lograr sus objetivos, Kaczynski inició una campaña de terror en mayo de 1978.
El primer paquete bomba que envió tenía como destinatario a un profesor de ingeniería de materiales de la Universidad de Northwestern, en Illinois. Al verlo, el hombre desconfió del envío y rápidamente alertó a la policía. Un agente resultó herido al manipularlo.
La segunda carta bomba fue enviada en mayo de 1979 también a la Universidad de Northwestern e hirió a un estudiante. Pero fue la tercera, en noviembre de 1979, la que encendió todas las alarmas.
Kaczynski colocó un artefacto explosivo en un avión que hacía la ruta de Chicago a Washington. A causa de un error, la bomba comenzó a humear, lo que provocó que el piloto tuviera que realizar un aterrizaje de emergencia y que varios pasajeros fueran atendidos por inhalación de humo. Un fallo en el mecanismo del temporizador provocó que no el artefacto no detonara y que, por consiguiente, el avión no estallara.
Atentar contra un avión está considerado un delito federal en los Estados Unidos, lo que hizo entrar en escena al FBI.
Desde entonces, el FBI se refirió a Kaczynski como UNABOMBER (University and Airline Bomber, es decir Bombardero de Universidades y Aerolíneas ). De hecho, durante todos sus años de actividad delictiva, Kaczynski perpetró dieciséis ataques con cartas bomba que acabaron con la vida de tres personas e hirieron a otras veintitrés.
EL «MANIFIESTO»
Kaczynski propuso al FBI dejar de realizar atentados si se publicaba en los principales periódicos del país un texto de 30.000 palabras, escrito por él (conocido como el «El Manifiesto»), titulado La sociedad industrial y su futuro.
Firmado por Kaczynski con el pseudónimo de Freedom Club (club de la libertad), en el texto afirmaba que la Revolución Industrial había supuesto «un desastre para la humanidad» y llamaba a la sociedad a revolverse contra ella para regresar a patrones de comportamiento «más naturales». Kaczynski aseguró que una vez publicado su manifiesto la campaña de pánico cesaría, y aunque ningún medio estaba dispuesto a publicarlo, finalmente tanto The Washington Post como The New York Times cedieron al chantaje y lo difundieron en sus páginas.