Hace 40 años, Rudy Giuliani fue el intrépido fiscal que hizo uso de las leyes contra el crimen organizado para acabar con las cinco familias de la mafia de Nueva York. Pero este martes, luchaba por su libertad después de verse atrapado por la misma estrategia jurídica de la que fue pionero.

El hombre que llegó a ser aclamado como «el alcalde de Estados Unidos» por su gestión de los atentados del 11 de septiembre de 2001 ha experimentado una sorprendente caída en desgracia.



Acusado de 13 delitos graves por la supuesta ayuda que prestó a su cliente y viejo amigo Donald Trump para intentar revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020, de ser condenado, puede pasar varios años tras las rejas cuando está a punto de cumplir 80 años.

«Es solo el siguiente capítulo del libro de mentiras con el propósito de inculpar al presidente Donald Trump y a cualquiera dispuesto a enfrentarse al régimen gobernante», dijo Giuliani en la red social X, antes conocida como Twitter, tras ser imputado el lunes.



Es la respuesta del 107º alcalde de Nueva York, que desempeñó un papel crucial en el intento de Trump para tratar de aferrarse al poder con denuncias infundadas de fraude electoral tras las presidenciales de 2020, tras ser imputado por la justicia de Georgia.

Giuliani fue acusado el lunes bajo la ley de Georgia Racketeering Influenced and Corrupt Practices (RICO). Su otrora buena reputación se ha visto dilapidada por una serie de apariciones mediáticas cada vez más erráticas en torno a las elecciones de 2020. Es uno de los 18 acusados junto a Trump.

– «Persona del año» –

Entre ellas destaca un cameo involuntario en una película de Sacha Baron Cohen en la que Giuliani aparecía tumbado en la cama de un hotel con las manos en los pantalones, y una rueda de prensa posterior a las elecciones celebrada a las puertas de un negocio de jardinería al lado de un crematorio y un sex shop.

En otro encuentro con la prensa, Giuliani y sus aliados afirmaron que hubo fraude masivo en las presidenciales sin presentar la menor prueba, mientras le caía un chorretón de sudor y tinte del pelo por la cara.

Nacido en un barrio italoamericano de Brooklyn el 28 de mayo de 1944, Rudolph William Louis Giuliani se dio a conocer a los 40 años como fiscal de Manhattan, aplicando la ley RICO para acabar con los capos de la mafia neoyorquina.

Giuliani ganó la alcaldía de Nueva York en 1993, y adquirió relevancia nacional tras los atentados del 11-S al ayudar a curar el alma de la conmocionada ciudad, lo que le valió el prestigioso galardón de «Persona del año» de la revista Time.

«Hemos sufrido pérdidas tremendas, y vamos a llorarlas horriblemente, pero Nueva York va a estar aquí mañana por la mañana, y va a estar aquí para siempre», declaró.

El republicano sufrió su primer gran revés en 2008 con una desastrosa candidatura a la Casa Blanca, y parecía a la deriva hasta que Trump le recuperó.

– Pifias y retrocesos –

Tras ganar la presidencia, Trump designó a Giuliani para que contrarrestara una investigación federal sobre los vínculos de su campaña con Rusia. El abogado se convirtió en una presencia televisiva constante.

Pero las meteduras de pata y los vaivenes fueron tan característicos en Giuliani como sus enérgicas diatribas en los programas de entrevistas, metiendo a Trump en problemas a menudo.

Giuliani, que nunca ha sido el portavoz más fiable, llegó a contradecir a menudo los desmentidos de Trump sobre el soborno a una estrella del porno a cambio de su silencio y su búsqueda de un acuerdo comercial en Moscú antes de las elecciones de 2016.

Pero el presunto esfuerzo por revertir la derrota electoral de Trump en 2020 parece haber sellado la caída de Giuliani.

Una a una, sus impugnaciones judiciales posteriores a las elecciones fueron retiradas o desestimadas por infundadas.

La licencia de Giuliani para ejercer la abogacía fue suspendida en Nueva York tras sus afirmaciones «manifiestamente falsas» sobre el robo de la elección y el Colegio de Abogados de la capital del país está considerando inhabilitarle.

Mucho antes de ser el blanco del sistema legal que una vez le encumbró, Giuliani reconoció que representar a Trump podría acabar siendo su fin.

«Me temo que estará en mi lápida. ‘Rudy Giuliani: mintió por Trump'», dijo a The New Yorker en 2019. «Si es así, ¿qué me importa? Estaré muerto. Me imagino que podré explicárselo a San Pedro».