Estaban Delgado | José es el nombre ficticio de un trabajador que tiene ya cuatro años cumplidos en la empresa donde trabaja con un salario de 25,000 pesos mensuales, sobre el cual no ha recibido aumento, aun cuando ya se graduó de licenciado en Administración de Empresas.

Acaba de recibir una oferta de trabajo de otra empresa donde le han ofrecido un sueldo de 35,000 mensuales, es decir, 10,000 más de lo que gana, con la proyección de avanzar con el paso de los años, debido a que es más grande y hay cierta rotación que le pudieran facilitar un ascenso.



El tema es que Juan José está indeciso, debido a que no quiere perder el derecho de cesantía que tiene acumulado por los cuatro años que lleva de labor en esa empresa. Esto así, porque si presente renuncia, de acuerdo con nuestra normativa legal, pierde el derecho a la cesantía.

De acuerdo con la ley vigente y tomando en cuenta que lleva cuatro años de labor, le corresponden 81,124 pesos (25,000/23.83=1,049.09×21=22,031.05×4=88,124). Ese es el monto que mantiene a Juan José en la indecisión de renunciar, sacrificar esa cesantía y aceptar un empleo con una remuneración un poco mayor en una empresa donde tiene más proyección de avance. Si tarda mucho en decidir, perderá esa oferta y seguirá en su puesto actual “acumulando” más cesantía.



Lo que Juan José está perdiendo de vista es que el dinero de cesantía que estaría sacrificando puede recuperarlo o compensarlo en su nuevo empleo en apenas poco más de ocho meses de labores, con la ventaja de que, en ese tiempo también estará acumulando cesantía en su nuevo empleo.

Veamos. Con un sueldo de 35,000, si Juan José decidiera ahorrar los 10,000 pesos que ganará de más, al cabo de un año tendría acumulados 120,000 pesos. Es decir, un 48% más de lo que sacrificó de cesantía. A esa compensación en solo ocho meses, más los casi 40,000 pesos adicionales acumulados en los cuatro meses siguientes de ese mismo año, se agrega su acumulación de cesantía por el tiempo de labores en ese nuevo empleo (35,000/23.83=1,468.73×21=30,843.47).

Lo anterior indica que si Juan José tiene deseos de superación y no se estanca en la acumulación de un derecho de cesantía, podría aceptar el nuevo empleo y en apenas un año tendría recuperados los 81,124 pesos sacrificados, más 38,876 pesos adicionales de la diferencia de sueldo y otros 30,843.47 de nueva cesantía acumulada. Y eso es en solo un año, no en los cuatro que lleva trabajando con un sueldo de 25,000 pesos y sin perspectiva de superación.

La indecisión de Juan José es algo que afecta a muchos trabajadores jóvenes y no tan jóvenes que en ocasiones se quedan estancados en un puesto laboral haciendo lo mismo año tras año, sin perspectivas de ascenso y con un salario de pocos ajustes, solo para “no perder” una cesantía que, cuando se calcula su acumulación, nos damos cuenta que no es tanto dinero como se cree.

Esa es la parte no positiva del derecho de cesantía que se presenta a los trabajadores como si fuera una extraordinaria reivindicación y como si su pago efectivo al término de muchos años de trabajo nos fuera a resolver los problemas.

Puede ser que al leer este artículo usted diga que yo estoy afirmando esto y que tal vez no asumiría el riesgo de dejar mi cesantía por una nueva oportunidad de empleo. Pero mi respuesta es que hablo con conocimiento de causa, pues en mi juventud, cuando aún podía hacerlo, nunca permanecí más de cuatro años en un empleo donde no viera perspectivas de ascenso. Así, me moví en más de una ocasión dejando de lado una cesantía que recuperaba siempre antes del primer año de labor en el nuevo empleo con mayor salario y mejor puesto.

No es que esos casos sean la generalidad, pero es una parte que nuestros jóvenes trabajadores, con perspectivas de futuro, deben analizar a la hora de decidir entre dar el salto a una nueva oportunidad laboral dejando de lado la cesantía o quedarse estancados en una misma posición por preservar un dinerito que al final no es tanto como aparenta.