Yarezi Alvarado se despierta temprano para ir a la escuela en Texas. Pero, además de su mochila, también alista los biberones de Kamila, su hija de un año, quien viaja junto con ella en el autobús escolar.
«Debo tener sus pañales listos, sus paños húmedos, su leche. Alistarla. Sobre todo ropa limpia para poder cambiarla si se ensucia», cuenta esta joven de 17 años.
Los autobuses tienen asientos de seguridad para bebés, donde las jóvenes madres y sus hijos van rumbo a la escuela secundaria Lincoln Park de Brownsville, ubicada en un barrio hispano de bajos recursos y cercano a la frontera con México, en el sur de Estados Unidos.
Reciben a mujeres entre 14 y 22 años que ya son madres o están embarazadas. Mientras asisten a clases, sus pequeños permanecen en una guardería dentro del mismo colegio. Aquellas que aún amamantan pueden ir a buscarlos cuando es necesario.
«Tener a mi hija en la escuela es bueno porque sé que está aquí y que la están cuidando bien. Y puedo ir a verla. Así que me siento más cómoda con eso», cuenta Yarezi. A veces, los pequeños también son llevados a la biblioteca para que una profesora les lea un cuento.
Texas es uno de varios estados conservadores que declaró el aborto ilegal después de que la Corte Suprema anulara el fallo Roe v. Wade, que garantizó durante medio siglo a nivel federal el derecho de las mujeres a interrumpir sus embarazos.
Allí el acceso de menores de edad a anticonceptivos requiere la autorización de un adulto y la educación sexual en los colegios no es obligatoria.
– «No es una discapacidad» –
Yarezi tiene ayuda de su madre, pero otras compañeras han sido discriminadas en sus antiguas escuelas o por su familia y viven con el padre de su hijo o en casa de algún pariente.
Según el gubernamental Centro para el Control y Detección de Enfermedades (CDC), la tasa de natalidad en adolescentes (15 a 19 años) en Estados Unidos cayó un 3% en 2022 respecto del año anterior y un 78% desde 1991.
En 2021, la tasa de natalidad en adolescentes de Texas fue 2,4 veces mayor entre las jóvenes hispanas que entre las jóvenes blancas, según la ONG Futuros Saludables de Texas. «Es una realidad para la que deberíamos tener un plan», considera la directora de la escuela, Cynthia Cárdenas.
El acceso a la salud, la baja educación y los bajos niveles de ingresos familiares pueden contribuir a las altas tasas de natalidad entre adolescentes, según la CDC. En algunos casos, exalumnas han llevado a este colegio a sus hijas que también resultaron embarazadas.
Pero «les recordamos que estar embarazada no es una discapacidad, es una condición de nueve meses, deben seguir adelante porque tienen la oportunidad de ser exitosas», sostiene la directora.
Este año albergan a 16 bebés, su capacidad máxima, y hay varios en lista de espera.
– Sin tarea –
Creada en la década de 1990, esta escuela es una de las pocas de su tipo en Estados Unidos. Allí comprenden que la asistencia se vea afectada por controles médicos o malas noches cuidando bebés.
«Si esta escuela no existiera, probablemente mis 53 estudiantes habrían potencialmente dejado de estudiar», sostiene Cárdenas.
Según datos de la ONG Child Trends, solo el 53% de las mujeres jóvenes que fueron madres en la adolescencia se gradúan, mientras que el 90% de las que no lo fueron sí lo logran.
Cárdenas lleva tres años en el cargo; las clases son en inglés, pero su población es bilingüe por naturaleza.
Las alumnas que deben quedar en casa después de dar a luz reciben visitas periódicas de sus maestras. La escuela, con financiamiento estatal, cuenta también con una enfermera especializada.
«No nos llevamos tarea para la casa, todo lo terminamos en el colegio, así puedo pasar más tiempo con mi hija», explica Yarezi.
– Siesta reparadora –
La maestra de ciencias GeorgeAna Wilson, cuenta que «a veces las chicas han pasado toda la noche sin dormir, porque su bebé estuvo enfermo, y se les dificulta hacer una tarea. Entonces les dejo tomar una siesta reparadora de diez minutos, en su asiento, sobre la mesa».
«En escuelas regulares no entenderían nuestra situación. Aquí no nos juzgan, te ayudan, se comunican contigo. Entienden tu situación de ser mamá», dice Milla Luevano, de 17 años, madre de Román, de dos años.
Milla, quien sueña con ser maestra, sugiere a otras adolescentes que atraviesan por su misma situación a que sigan yendo a la escuela. «No se rindan, se pueden arrepentir más tarde. Queremos un futuro», sostiene.
Yarezi quiere ser ginecóloga y dice que vale la pena el esfuerzo: «Terminen la escuela (…) Pueden hacerlo. Tu hijo te necesita, no te rindas. Ese bebé es tu vida ahora».