El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, que lucha contra un cáncer de próstata, fue admitido en una unidad de cuidados intensivos después de ser hospitalizado por un «problema urgente de vejiga», informó el domingo el Pentágono.
«Esta noche, tras una serie de pruebas y evaluaciones, el secretario fue admitido en la unidad de cuidados intensivos en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed para atención de apoyo y monitoreo cercano», señaló el comunicado.
La subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, «asumió las funciones y deberes» justo antes de las 17H00 (22H00 GMT), indicó en un comunicado el portavoz del Pentágono, Pat Ryder, y agregó que la Casa Blanca fue informada de la hospitalización.
A Austin se le diagnosticó un cáncer de próstata y fue operado recientemente.
El secretario de Defensa desapareció de la escena pública a finales de diciembre y de nuevo a principios de enero tras sufrir complicaciones en el tratamiento del cáncer, habiendo ocultado inicialmente tanto el diagnóstico como el tratamiento al presidente Joe Biden y al resto del gobierno.
En esta ocasión, el público fue alertado unas dos horas después de que Austin fuese enviado al hospital, el domingo por la tarde.
Austin fue trasladado por su equipo de seguridad al centro médico «para ser atendido por síntomas que sugerían un problema emergente de vejiga», indicó Ryder.
Previamente Ryder dijo que Austin mantenía «las funciones y obligaciones de su cargo» pero horas después indicó que Hicks asumiría el puesto.
«Por el momento, no está claro cuánto tiempo permanecerá hospitalizado el secretario Austin», según un comunicado difundido más tarde, citando a los doctores John Maddox y Gregory Chesnut del hospital.
«El actual problema de vejiga no se espera que cambie su recuperación total prevista. Su pronóstico para el cáncer sigue siendo excelente», agregaron.
– Figura clave –
El secretario de Defensa se disculpó a principios de este mes tras ser duramente criticado por mantener en secreto las anteriores hospitalizaciones.
«Debí haber informado al presidente de mi diagnóstico de cáncer», declaró a los periodistas el 1º de febrero.
En aquel momento, dijo que seguía recuperándose, que le dolían las piernas y que utilizaba un carrito de golf para desplazarse dentro del Pentágono.
Estas ausencias, así como la actual estancia en el hospital, se producen en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a una espiral de crisis en Oriente Medio, con las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria enfrentándose a ataques casi diarios de combatientes respaldados por Irán en represalia por el firme apoyo de Washington a Israel.
El alto funcionario estadounidense es también una figura clave en los intentos de la administración Biden para mantener el apoyo a la lucha de Ucrania contra la invasión rusa, en un contexto en el que congresistas republicanos se niegan a autorizar nuevos fondos para la ayuda militar a Kiev.
Varios legisladores republicanos pidieron anteriormente la destitución de Austin, pero Biden, aunque lamenta el error de juicio del jefe del Pentágono, ha dicho que sigue confiando en su secretario de Defensa.
Austin, un hombre imponente de más de 1,80 metros de estatura, es una persona muy reservada que rehúye la atención mediática, lo que, según dijo, influyó en su decisión de mantener en secreto el diagnóstico de cáncer.
Pero admitió que «aceptar este tipo de trabajo significa perder parte de la privacidad que la mayoría de nosotros esperamos».
«El pueblo estadounidense tiene derecho a saber si sus líderes se enfrentan a problemas de salud que puedan afectar a su capacidad para desempeñar sus funciones, aunque sea temporalmente», añadió.