La capital de Haití, Puerto Príncipe, retomó este martes algunas actividades cotidianas con la reactivación de transportes y comercios, horas después de que las pandillas que liberaron a miles de presos de dos cárceles trataran de tomar el aeropuerto.
En las calles de la ciudad, paralizada el lunes por la violencia desatada contra las autoridades el fin de semana, se vieron largas filas delante de tiendas, bancos y gasolineras, reportó un periodista de la AFP.
Los disparos de la víspera ya no suenan en la capital, donde las escuelas y las oficinas de la administración pública permanecen cerradas y donde los habitantes levantaron barricadas con piedras y troncos de árboles para protegerse.
El lunes por la tarde, la policía y el ejército rechazaron un ataque contra el aeropuerto internacional Toussaint Louverture por parte de las bandas armadas que controlan zonas enteras de Haití.
Los disturbios en torno a las instalaciones llevaron a las aerolíneas internacionales a anular todos sus vuelos hacia la capital.
Las autoridades de la vecina República Dominicana cerraron el martes el espacio aéreo con Haití. Ambos países comparten la isla La Hispaniola.
– 15.000 desplazados –
La nueva escalada de violencia forzó a unas 15.000 personas a abandonar sus casas en Puerto Príncipe, declaró el martes en Nueva York el portavoz de Naciones Unidas Stéphane Dujarric.
Los trabajadores humanitarios comenzaron a repartir alimentos y otros productos de primera necesidad en tres nuevos centros para refugiados, señaló el funcionario.
Un grupo de pandilleros asaltó un puesto de policía cercano al aeropuerto y lo incendió.
Desde el jueves, varias pandillas han llevado a cabo ataques coordinados contra lugares estratégicos, incluidas dos prisiones de la capital. El objetivo, según ellas, es derrocar al controvertido primer ministro Ariel Henry.
El político, en el poder desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, debería haber dejado el cargo a principios de febrero, pero se resiste a convocar elecciones.
Este martes Henry continuaba en paradero desconocido. Cuando surgió el estallido se encontraba en Kenia, donde firmó un acuerdo para el envío de policías a Haití, en una misión internacional apoyada por Washington y la ONU.
El Departamento de Estado estadounidense indicó el lunes que Henry estaba regresando a Haití. Pero, según el medio local Radio Télé Métronome, el primer ministro no pudo volver a su país por la falta de seguridad alrededor del aeropuerto.
El gobierno haitiano decretó el domingo un estado de emergencia en la región de Puerto Príncipe «por un periodo renovable de 72 horas», así como un toque de queda entre las 18H00 y las 5H00 locales el lunes, martes y miércoles.
Haití, considerado el país más pobre de América, afronta una grave crisis política, humanitaria y de seguridad desde el asesinato de Moïse.
Según la ONU, más de 8.400 personas fueron víctimas de la violencia de las pandillas el año pasado, incluidos muertos, heridos y secuestrados, «un aumento del 122% respecto a 2022».