Las autoridades aéreas de Estados Unidos están investigando si Boeing completó las inspecciones requeridas a sus aviones 787, y si los empleados falsificaron registros de las aeronaves, dijeron funcionarios el lunes.
La cuestión se centra en si Boeing llevó a cabo las inspecciones necesarias para «confirmar la adecuada unión y conexión a tierra donde las alas se unen al fuselaje en ciertos aviones 787 Dreamliner», explicó la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés).
La FAA dijo que abrió la investigación después de que Boeing le notificara que la compañía podría no haber completado las inspecciones requeridas, necesarias para garantizar un flujo eléctrico seguro y funcional entre los componentes de la aeronave.
«La FAA está investigando si Boeing completó las inspecciones y si los empleados de la compañía pueden haber falsificado los registros de las aeronaves», dijo la agencia. «Al mismo tiempo, Boeing está volviendo a inspeccionar todos los aviones 787 que aún se encuentran dentro del sistema de producción y también debe crear un plan para abordar la flota en servicio».
El asunto salió a la luz después de que un empleado de Boeing observara una «irregularidad» y planteara la cuestión a un supervisor.
«Rápidamente revisamos el asunto y nos enteramos de que varias personas habían estado violando las políticas de la compañía al no realizar una prueba requerida, pero registrando el trabajo como realizado», dijo Scott Stocker, jefe del programa Boeing 787, en un correo electrónico al personal.
«Hemos informado rápidamente a nuestro regulador de lo que hemos averiguado y estamos tomando medidas correctivas rápidas y serias con varios compañeros de equipo», indicó Stocker. El personal de ingeniería determinó que los problemas no planteaban un riesgo inmediato para la seguridad de los vuelos, añadió.
La investigación se suma a una serie de problemas a los que se enfrenta Boeing tras un vuelo casi catastrófico de Alaska Airlines en enero, en el que estalló un panel del fuselaje.
La FAA ha dado a la compañía tres meses para presentar un plan que resuelva los «problemas sistémicos de control de calidad».
La gestión del 787 quedó en entredicho en una audiencia celebrada el 17 de abril en el Senado estadounidense, en la que un denunciante de la empresa declaró haber sufrido represalias tras plantear dudas sobre los procesos de fabricación del 787 que, en su opinión, amenazaban la seguridad del avión.