Los enchufes eléctricos con dos agujeros, conocidos como tipo A, tienen una historia que se remonta a principios del siglo XX. Fue en 1904 cuando el estadounidense Harvey Hubbell II patentó el primer enchufe eléctrico desmontable, que incluía dos muescas en sus puntas. Estas muescas permitían alinear correctamente las clavijas con las protuberancias de los conectores manteniéndolas en su lugar.
Con el tiempo, las muescas fueron reemplazadas por dos agujeros. Estos orificios funcionan de manera similar, sujetando las clavijas para evitar que se desconecten accidentalmente, lo cual previene cortes bruscos de energía y daños a los aparatos conectados.
Aunque el diseño original tenía como principal objetivo evitar desconexiones accidentales, con el tiempo estos orificios adquirieron nuevas funciones, tanto para fabricantes como para usuarios:
Asistencia en la fabricación: Ayudan a asegurar la clavija durante la colocación del plástico.
Mensajes de advertencia: Permiten incluir mensajes importantes para los consumidores.
Garantía de sellado: Aseguran el sellado de fábrica.
Conexión directa: Permiten conectar directamente el enchufe sin necesidad de un tomacorriente.
Seguridad: Permiten colocar un candado para evitar el uso no autorizado de dispositivos.
Los enchufes tipo A son comúnmente utilizados en América Latina, Canadá, Japón y Estados Unidos.