En las aguas heladas del Ártico, científicos de la OTAN analizan las ondas acústicas para mejorar su capacidad de rastrear submarinos rusos y entender cómo el cambio climático está modificando la transmisión subacuática del sonido.
«La única fuente fiable de información son las ondas acústicas», explicó a la AFP Gaultier Real, científico jefe del buque de investigación «Alliance» durante una escala en el puerto noruego de Tromso antes de zarpar hacia el mar de Barents.
El buque oceanográfico, operado por la Marina italiana, traslada al equipo científico de Real hacia el frente polar, donde confluyen las aguas del Atlántico con las del Ártico.
El objetivo de la misión científica es entender cómo el calentamiento global, más acusado en el Ártico que en otras partes del planeta, afecta al movimiento de las ondas sonoras submarinas.
A lo largo de tres semanas, el barco lanzará ondas submarinas para que sus hidrófonos (micrófonos subacuáticos) las capten y analizar después los datos recogidos.
– Contaminación acústica –
Su actividad se rige con normas estrictas para proteger el frágil ecosistema ártico. Por ejemplo, si el equipo escucha animales, detienen el trabajo inmediatamente.
«Los mamíferos marinos usan el sonido para comunicarse, así que si hay animales aquí, podemos escucharlos. Si los escuchamos, dejamos de transmitir», explica Real, científico acústico en el Centro de Investigación y Experimentación Marítimo (CMRE) de la OTAN en Italia.
Los investigadores sumergirán los instrumentos oceanográficos para medir la temperatura del agua, la salinidad y su presión, parámetros que afectan a la velocidad a la que viaja el sonido en el agua.
Estos parámetros están cambiando debido al calentamiento del clima, lo que hace más complejo predecir y rastrear la trayectoria de las ondas acústicas, explica Real.
Además, con el deshielo de la banquisa polar, el paisaje sonoro del polo también está cambiando.
El mundo silencioso del Ártico es cosa del pasado ante la creciente presencia humana y el chasquido del hielo al romperse. En un futuro se sumará el ruido de los barcos que navegarán por las nuevas rutas marítimas abiertas por el deshielo.
«Todo necesita reevaluarse, especialmente en términos de salinidad y temperatura en el océano», afirma Real.
El conocimiento y los datos que recojan atesoran un valor estratégico para desarrollar sistemas sónar capaces de detectar submarinos enemigos.
También permiten la fabricación de vehículos submarinos autónomos o la identificación de buques en la superficie por el sonido de sus propulsores y ayudan al rastreo de minas.
Un artículo reciente en la revista especializada Texas National Security Review explicaba que el cambio climático puede afectar a las capacidades de detección submarina.
«El cambio climático puede llevar tanto a un aumento como a una reducción de la intensidad de las señales acústicas radiadas o reflejadas por los submarinos», afirmaron los autores del artículo, que llevaron a cabo investigaciones en el Atlántico Norte y en el Pacífico.
«Como resultado, distinguir la señal de un submarino del ruido ambiente puede ser más fácil o más difícil», agregaron.
– La amenaza de Rusia –
Gaultier Real, de la misión de la OTAN, asegura que es demasiado temprano para extraer conclusiones generales sobre el impacto del cambio climático en la búsqueda submarina, sobre todo porque los parámetros cambian drásticamente entre regiones.
«La única cosa que podemos intentar es ser capaces de adaptar los sistemas (…) para ser precisos en la forma en que predecimos cómo se propaga el sonido en este ambiente cambiante y crear modelos fiables», explica.
La amenaza para la Alianza Transatlántica acecha de cerca.
En el Ártico, «la Marina rusa (…) ha desarrollado importantes capacidades durante la última década», afirma el director del CMRE de la OTAN en Italia, Eric Pouliquen, en una videollamada.
«Sus capacidades son muy modernas y no se han visto afectadas por el conflicto en Ucrania. Son muy fiables, tecnológica y militarmente», apunta.
La región ártica acoge la poderosa Flota del Norte, la más importante de la Marina rusa, con numerosos submarinos equipados con ojivas nucleares.
Por esto, este proyecto de investigación es prioritario para la OTAN.
«También estamos mirando como la OTAN, sus fuerzas navales en particular, deberán funcionar en el Norte con esta capa de hielo que se derrite», explica Pouliquen.
«Las condiciones marítimas distintas y los fenómenos meteorológicos extremos frecuentes que podemos anticipar tendrán un impacto fuerte en el equipamiento y en la forma en que vamos a operar», agrega.
Rusia también ha invertido en material militar que permita a sus tropas operar en condiciones de frío extremo.