El primer debate entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca, previsto para el jueves en Atlanta (sur), podría resumirse así: el primero intentará demostrar que no es un anciano senil y el segundo que no es un déspota temperamental.
CNN transmitirá esta confrontación de una hora y media, inusualmente temprana, ya que los candidatos presidenciales suelen esperar a ser nominados por sus partidos para debatir.
Pero las elecciones de noviembre, que según las encuestas serán muy reñidas, se salen de lo común.
Oponen a los dos candidatos más viejos de la historia y a un presidente contra un predecesor que nunca reconoció su derrota en 2020 y además fue declarado culpable en un caso de pagos ocultos a una actriz porno.
«La gran pregunta es qué parte del público (más allá de los aficionados a la política) prestará atención a un debate tan temprano», plantea Donald Nieman, analista político y profesor de historia en la Universidad de Binghamton, en el estado de Nueva York.
El aborto, el estado de la democracia y los conflictos fuera de fronteras, como las guerras en Ucrania y entre Israel y el grupo palestino Hamás, son temas que preocupan a los votantes.
– Fuerte animosidad –
Pero lo que más inquieta al electorado, según algunas encuestas, es la inflación, la seguridad en la frontera con México y la afluencia de migrantes, que Trump promete cortar de raíz si vuelve a la Casa Blanca con deportaciones masivas porque considera que «envenenan la sangre» del país.
Los dos hombres, que se profesan una fuerte animadversión política y personal, se aprontan de diferentes maneras para este primer enfrentamiento.
El presidente demócrata, de 81 años, partió a la residencia rural de Camp David para preparar el debate, que se celebrará sin público y en un marco estricto. Se cortará el micrófono del candidato cuando no le corresponda hablar y se cronometrarán las intervenciones. Trump lo cerrará.
Si se respetan las reglas se evitará la tensión del último debate entre ellos en 2020, cuando Biden espetó: «¿Quieres callarte, hombre?», mientras Trump lo interrumpía continuamente.
El millonario republicano de 78 años continúa con sus mítines. Su equipo sostiene que no necesita prepararse.
Ambos políticos intentarán convencer a los votantes indecisos, cuyos votos serán determinantes en algunos estados.
– Puntos débiles –
«El punto débil de Trump es su retórica extremista», subraya Kathleen Hall Jamieson, profesora de comunicación en la Universidad de Pensilvania (este).
Biden afirma ser el último bastión de la democracia estadounidense, frente a un rival acusado en varios casos penales y que declaró en el canal Fox News que actuará como «dictador» por un día para «cerrar la frontera» con México en el caso de que gane las elecciones.
El demócrata intentará tocar el tema del derecho al aborto, sobre el que el magnate republicano tiene una posición ambigua.
Pero Biden tendrá que convencer en la forma. En sus mítines Trump suele burlarse de sus meteduras de pata y de su torpeza al andar.
«El punto débil de Biden es si tiene la agudeza mental necesaria para el cargo», comenta Kathleen Hall Jamieson.
Trump insinuó públicamente que su rival podría estar «dopado» durante su duelo del jueves. El republicano es solo tres años más joven y se enzarza en digresiones difíciles de entender, pero, según las encuestas, los estadounidenses están más preocupados por el estado físico e intelectual del demócrata.
«Trump se beneficiaría si se apegara a un guión, resaltara las debilidades de Biden en materia de inflación e inmigración y moderara la grandilocuencia», estimó Nieman.
El republicano asegura que no «subestima» al demócrata. En 2020 la actitud extremadamente agresiva del exmagnate inmobiliario se volvió en su contra.