El presidente Emmanuel Macron pidió este lunes a su primer ministro continuar «por el momento» en el cargo para mantener la credibilidad de Francia, tras el fracaso de su apuesta de adelanto electoral para desbloquear la situación política.
El mandatario de centroderecha conmocionó a Francia con el adelanto inesperado de las elecciones legislativas a raíz de la victoria de la extrema derecha en los comicios europeos del 9 de junio, con el objetivo de pedir una «aclaración política» a los electores.
Los votantes respondieron otorgando una nueva relación de fuerzas a los tres bloques surgidos de las elecciones de 2022: izquierda, centroderecha y extrema derecha. Sin embargo, ninguno logró la mayoría absoluta de 289 diputados.
La coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) obtuvo entre 190 y 195 diputados, seguida de la alianza de centroderecha de Macron (al menos 160) y del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) y sus aliados (143).
Estos resultados y los vetos cruzados entre el oficialismo y el partido La Francia Insumisa (LFI), el ala radical y principal formación del NFP, complican la formación de un nuevo gobierno, a 18 días de los Juegos Olímpicos de París.
Ante la incertidumbre, el presidente pidió a su primer ministro Gabriel Attal, quien presentó su dimisión, continuar en el cargo «por el momento» para «garantizar la estabilidad».
Los líderes de izquierdas aseguraron no obstante que están listos para gobernar y el jefe del Partido Socialista, Olivier Faure, abogó por que el NFP presente un candidato a primer ministro «a lo largo de la semana», elegido «por consenso o por votación».
Pero para mantenerse en el poder necesitan una mayoría y, en el seno de esta coalición que abarca desde socialdemócratas a anticapitalistas, sus integrantes discrepan sobre las posibles alianzas parlamentarias.
El líder de LFI Jean-Luc Mélenchon cristaliza parte de las tensiones y la posibilidad de que sea primer ministro genera rechazo. El lunes por la noche, Mélenchon declaró a la cadena LCI que su partido tiene «varios candidatos que proponer» para primer ministro.
«Vamos a tener que comportarnos como adultos», advirtió el domingo Raphaël Glucksmann, símbolo del ala socialdemócrata del NFP, para quien «dialogar» es «un cambio de cultura política» en una Francia poco acostumbrada al parlamentarismo.
El partido de derecha Los Republicanos (LR), que logró mantener unos 60 diputados después que una parte pactara con la extrema derecha, ya aseguró que «no habrá ni coalición ni compromiso» por su parte.
– «Ni esperanzas ni ilusiones» –
Tras una tensa campaña, en la que Macron acusó a LFI de «antisemita» y «antiparlamentario», su alianza prefiere una coalición de las fuerzas «republicanas», sin RN ni el partido de Mélenchon.
El programa del NFP también incluye varias líneas rojas para la alianza oficialista y para la derecha, como la derogación de la impopular reforma de las pensiones de 2023 y la aprobación de un impuesto a las grandes fortunas.
En pleno limbo político, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, advirtió contra un riesgo de «crisis financiera» y «declive económico», y la principal patronal francesa, Medef, pidió al próximo gobierno «una política económica clara y estable».
La bolsa de París cerró este lunes con una caída del 0,63%.
Pero un nuevo gobierno podría tardar en llegar. Macron anunció que, antes de nombrar a un nuevo primer ministro, esperará a ver cómo se «estructura» la Asamblea Nacional (cámara baja), que se instalará el 18 de julio.
Aislada y derrotada gracias al «frente republicano» que tejieron en la segunda vuelta la izquierda y la alianza oficialista, la extrema derecha podría convertirse en la principal fuerza de oposición.
«La marea sube. Esta vez no ha subido lo suficiente, pero sigue subiendo y, en consecuencia, nuestra victoria sólo se ha aplazado», advirtió su líder Marine Le Pen, que espera alcanzar la presidencia de Francia en 2027.
Su protegido Jordan Bardella, que sonaba como primer ministro, presidirá el nuevo grupo de ultraderecha en el Parlamento Europeo, «Patriotas por Europa», lanzado por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Las elecciones fueron seguidas de cerca fuera de Francia, máxime cuando esta potencia nuclear y segunda economía de la UE es uno de los motores de la integración europea y un aliado de Ucrania en su guerra contra Rusia.
El presidente estadounidense, Joe Biden, celebró que Francia «rechazó el extremismo». La presidencia rusa dijo «no tener esperanzas ni hacerse ilusiones» sobre una mejoría de las relaciones con París.