El presidente estadounidense, Joe Biden, llegó este viernes al estado de Michigan, determinado a continuar la campaña después de una rueda de prensa que no disipó las dudas sobre su candidatura a la reelección pero tampoco las agravó.
«Tenemos que terminar el trabajo. Prometo que estoy bien», dijo Biden a sus seguidores en un restaurante de Northville, en ese estado industrial del norte del país que debe ganar obligatoriamente en las elecciones de noviembre si quiere derrotar al republicano Donald Trump.
El presidente de 81 años pronunciará un discurso a las 22H00 GMT en Detroit, cuyo principal objetivo es denunciar el «proyecto 2025», un programa de gobierno de la derecha radical del que Trump trata de distanciarse pese a haber sido redactado por sus aliados.
«El Proyecto 2025 está dirigido y pagado por la gente de Trump», dirá Biden, según fragmentos del discurso transmitidos a la prensa.
El presidente «entiende que todavía hay cierta ansiedad» en el Congreso, por eso se centra en «demostrar que es la mejor persona para enfrentarse a Donald Trump y derrotarlo en noviembre», aseguró un portavoz de campaña, Michael Tyler.
El demócrata aseguró el jueves que él era el «más cualificado» para ser presidente en una rueda de prensa que debía sellar su destino político, muy incierto desde el desastroso debate del 27 de junio contra el magnate republicano de 78 años.
Cada quien vio lo que quería ver durante aproximadamente la hora que duró y se confirmó que Biden es actualmente el político más escrutado del planeta.
Sus partidarios alabaron su gran conocimiento de los temas, sobre todo los internacionales, y su control de la situación.
– Sangría –
Pero también hubo quienes destacaron sus problemas de dicción y en particular dos lapsus monumentales.
Poco antes de comparecer ante los periodistas, el mandatario llamó «presidente Putin» al jefe de Estado ucraniano, Volodimir Zelenski. Se corrigió en cuanto se dio cuenta.
Y en la rueda de prensa dijo «vicepresidente Trump» en vez de vicepresidenta Kamala Harris, para regocijo de sus rivales.
«¡Buen trabajo, Joe!», bromeó Trump.
«Joe Biden lleva 40 años con meteduras de pata, anoche tuvo un par y probablemente tendrá más», comentó su portavoz Tyler.
El goteo de congresistas que le han dado la espalda continúa, sin que por el momento se aprecie una hemorragia.
Casi una veintena de congresistas demócratas pidieron abiertamente al presidente estadounidense que retire su candidatura antes de la convención de nominación que se celebrará en Chicago (norte) en agosto.
Y el mandatario no consiguió ganarse el apoyo público del jefe de filas de su partido en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, a quien recibió el jueves por la noche.
En una carta a los miembros de su grupo, el demócrata se limitó a informarles de la reunión y a afirmar: «Seguiremos trabajando por el bien de los estadounidenses de clase media».
El viernes, uno de los artífices de la victoria del líder demócrata en 2020, el congresista afroestadounidense James Clyburn, aseguró no obstante a la NBC que apoyaba «completamente» a Biden.
– Fondos –
La pregunta ahora es si el presidente ganó suficiente tiempo para sobrevivir a la tormenta política y mediática, o si lo único que consiguió fue retrasar su retirada.
Parte de la respuesta será financiera: una caída repentina en la recaudación de fondos sería difícil de superar.
Según el New York Times, los principales contribuyentes han suspendido las promesas a uno de los mayores recaudadores de fondos para la campaña de Biden, congelando 90 millones de dólares.
El foco está puesto ahora en las principales figuras del partido, en particular en la exlíder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y el expresidente Barack Obama.
La primera insistió esta semana en que Joe Biden «tome una decisión», una forma sutil de dar a entender que considera que la que ha tomado no es necesariamente la idónea. El segundo ha hecho campaña con Biden y por el momento guarda silencio.