Hay lugares y cosas que son distintivos de alguna ciudad o región y que de manera obligada salen a relucir en forma espontánea en toda conversación que se entabla sobre dicho lugar.

Entre estos hay que mencionar el reloj de Montecristy, el reloj público de San Cristóbal, ubicado en la torre del edificio del Ayuntamiento y en la época reciente, el reloj de la 27 de Febrero, entre las avenidas Churchill y Abraham Lincoln, infuncional.



El reloj de Montecristi fue construido por la iniciativa de un venezolano y fabricado en Francia, por el relojero Jean Paul Garnier. Fue instalado el 11 de marzo de 1895, siendo inaugurado el 29 de junio de ese año y todavía funciona y junto al Morro constituyen los iconos distintivos de esa ciudad.

Los registros históricos indican que el edificio que alberga la sede del ayuntamiento Municipal de San Cristóbal, se inauguró en el año de 1937. Se afirma que en su totalidad fue construido en hormigón armado. Su estilo arquitectónico es barroco-victoriano, propio de la época. Por su diseño y por lo que representa en la arquitectura dominicana, fue declarado “Patrimonio cultural de la República Dominicana”.



Y lo que más resalta del edificio del Ayuntamiento de San Cristóbal es el reloj, o los relojes que están en la parte superior de cada una de las cuatro caras de la torre. Y penosamente hay que admitir que el ícono de este edificio, que es el reloj, se mantiene abandonado del todo desde hace no sé cuántos años. Los alcaldes que han dirigido el Ayuntamiento desde que el reloj se dañó, se han olvidado de él, evitan mirar a la torre y cuando han hablado del reloj lo han hecho con frialdad e indiferencia.

Detalla Domingo Peña Nina en Acento.com.do que no sabe quien fabricó el reloj del Ayuntamiento de San Cristóbal, ni dónde se hizo. Confiesa que ignoro si funciona con engranajes y si cuenta con un mecanismo de cuerda, pero sí recuerda desde su niñez que el sonido que emitía al marcar las horas era inconfundible y le recordaba el paso del tiempo y la necesidad de regresar a la casa los domingos por la noche en que se congregaba la juventud del pueblo en el parque central para escuchar la banda municipal dirigida por don Ramón Díaz y cortejar las muchachas solteras.

Imagen vergonzosa

Domingo desconoce si el presupuesto del Ayuntamiento de San Cristóbal no alcanza para el arreglo del reloj. Pero por escaso que sea, supone que debe alcanzar, al menos, para cubrir las aperturas circulares donde va el reloj, a algunas de las cuales les faltan las cuerdas y parte de los cristales, dando muy mal aspecto.

Y si definitivamente el presupuesto no alcanza ni para eso, piensa que las autoridades municipales, encabezadas por el alcalde, sin que les dé vergüenza deben solicitar la cooperación voluntaria de la comunidad y estoy seguro de que cada habitante de San Cristóbal y los que vivien en otras ciudades del país y hasta en el extranjero escucharemos su grito de auxilio y aportaremos lo que está en las posibilidades de cada quien. Y si esto no fuera suficiente, que clame por ayuda al gobierno central para que rescate ese “Patrimonio cultural de la República Dominicana”.

A fin de cuentas, lo que importa, es cambiar la imagen vergonzosa que tiene desde hace años el reloj del Ayuntamiento y que retome su imagen y funcionamiento de los años del siglo XX.