Aunque Daniel vivía como un cautivo en Babilonia, resolvió en su corazón no violar las leyes de Dios. ¿Qué motivó a este joven a cumplir tal promesa?

La devoción a Dios. Daniel determinó que no desobedecería a Dios ni se contaminaría. La dedicación a Dios significa elegir estar apartado para amarlo, adorarlo y obedecerlo solo a Él. Al centrar nuestra atención en Cristo, nuestro corazón rebosará de agradecimiento y estaremos motivados para mantenernos firmes.



Una dirección clara. Si Daniel hubiera rechazado de plano comer la comida del rey, quizás habría muerto. El Señor les dio a él y a sus amigos la sabiduría que necesitaban para desarrollar un plan alternativo, y también les dio luego el valor para pedir permiso para llevarlo a cabo. Observe que no hubo ninguna exigencia ruidosa, argumentación o espíritu rebelde. Su comportamiento se caracterizó por la confianza en Dios y la dependencia de Él.

Por medio de la oración diaria y la meditación en la Palabra de Dios, podemos mantener nuestra mirada en Cristo, nuestros oídos atentos a su voz, y nuestro corazón motivado para obedecer. De manera que, seremos capaces de comprometernos de todo corazón como lo hizo Daniel. Así que, pregúntese: ¿Qué tan ansioso estoy por hacer la voluntad de Dios?



Fuente:encontacto.org